La localidad de Ronda, en Málaga, está en vilo ante la posibilidad del cierre del convento de las Carmelitas Descalzas por no llegar al mínimo de monjas que establece la Constitución Apostólica sobre Vida Contemplativa.
Este convento custodia la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, el principal atractivo turístico del municipio. Esta reliquia es famosa porque fue robada durante la Guerra Civil Española por el bando republicano y luego fue recuperada como botín de guerra y entregada en las manos de Franco.
El dictador mantuvo con celo su resguardo en la jefatura del Estado hasta el día de su muerte, que su esposa, Carmen Polo, decidiera devolverle la reliquia al convento carmelita de Ronda.
En los últimos años el convento ha pasado de tener nueve monjas a cuatro. «El Covid se llevó a dos, una tercera hermana murió por una obstrucción intestinal y la cuarta por complicaciones derivadas de una operación de cadera» afirmó la priora del convento, Sor Jennifer.
La exhortación papal establece que las congregaciones de clausura deben tener al menos seis monjas, por lo tanto, necesitan dos o tres, lo que no resulta una tarea fácil ya que se le exige a las novicias 12 años de formación para que no entren y salgan de forma precipitada.
«Ahora estamos en la encrucijada porque doce años de formación es mucho tiempo, necesitamos que vengan dos o tres monjas ‘profesa solemnes’ aunque estén por uno o dos para ayudarnos», agregó Sor Jennifer.
Miles los turistas se acercan cada año a la localidad para visitar el convento y la mano de la santa, entre los que destacan los grupos de rusos, coreanos, polacos.
«El pueblo sufre nuestra situación. Los turistas vienen a ver la mano y todos ganamos, Ronda gana porque los turistas tienen que comer y dormir y es efecto dominó», afirmó la religiosa.
Según Sor Jennifer el problema de la falta vocación en las comunidades es que nadie quiere asumir un compromiso de por vida, como con el matrimonio y los trabajos. «No quieren que sea de por vida» puntualizó.
