El gobierno de Haití extendió el jueves el estado de emergencia y el toque de queda para tratar de frenar los violentos ataques de pandillas que han paralizado la capital en medio de una feroz pugna por el poder.
El fin de semana se anunció un toque de queda de tres días, pero las pandillas siguen atacando comisarías y otras instituciones del gobierno, mientras la Policía Nacional lucha por contener la violencia con personal y recursos limitados.
“La gente con armas es esencialmente el árbitro actual de la política haitiana”, dijo Robert Fatton, experto en política haitiana de la Universidad de Virginia. “Las pandillas han ganado la batalla hasta ahora”.
Los ataques comenzaron hace una semana, poco después de que el asediado primer ministro Ariel Henry acordó celebrar elecciones generales a mediados de 2025 mientras asistía a una reunión de líderes caribeños en Guyana.
Luego voló a Kenia para impulsar el despliegue de una fuerza policial respaldada por la ONU desde el país africano para ayudar a combatir las pandillas en Haití. Pero en enero un tribunal dictaminó que el despliegue era inconstitucional y no estaba claro si la fuerza se desplegaría dado el empeoramiento de la violencia en Haití.
Henry se encuentra actualmente en Puerto Rico, donde se vio obligado a aterrizar el martes después de que grupos armados sitiaron el aeropuerto internacional, impidiéndole regresar.