¿Cómo convertirte en un «supercomunicador» y tener mejores conversaciones?

El reconocido escritor estadounidense Charles Duhigg compartió en su libro «Supercomunicadores» varias claves para aprender a conectar con los demás.

El autor señala que todo se puede lograr con una buena conversación, aunque esta pudiera ser un arma de doble filo que pudieran conducir a disputas sin sentido, pero estos malentendidos se pueden evitar.

Cuando estaba realizando la investigación para el libro, Duhigg pensaba que los supercomunicadores eran personas carismáticas o extrovertidas, pero resulta que es una mezcla de habilidades que las personas pueden aprender.

«Los supercomunicadores son efectivos porque ponen atención a cualquier conversación que está ocurriendo» apuntó Duhigg.

El escritor sostiene que la comunicación involucra varios sentidos, y que cuando alguien nos habla, nuestra mente y cuerpo comienzan a funcionar en varios sentidos, las pupilas comienzan a dilatarse y los patrones de respiración empiezan a coincidir.

Pero lo más sorprendente es que nuestra actividad neurológica comienza a sincronizarse, como si pensáramos de la misma manera. Es decir, nuestros cerebros se vuelven más similares a medida que nos comunicamos.

La psicóloga Anita Williams Woolley en su investigación sobre inteligencia colectiva, encontró que la «sensibilidad social» de un equipo también determina qué tan buenos son para resolver problemas juntos.

La especialista sostiene que para mejorar la comunicación también debemos hacer preguntas más «profundas» enfocadas en los valores, las creencias o experiencias de las personas, que inviten al interlocutor a decir algo real y significativo acerca de ellos mismos.

Por otra parte, si las personas no están teniendo el mismo tipo de conversación al mismo tiempo, es posible que no puedan entenderse y conectar. Esto se conoce como el principio de correspondencia.

Ahora, ¿cuál es el papel de la comunicación no lingüística?

Diversos estudios han demostrado que el 50% de las señales que enviamos y recibimos en una conversación son no verbales, pero sí todo aquello que lo rodea, como el tono de la voz, la velocidad al hablar, el lenguaje corporal y las expresiones faciales.

Los bebés, por ejemplo, pueden saber el humor de los padres incluso antes de aprender a hablar o entender palabras, y es por eso que a medida que vamos creciendo las palabras se vuelven tan cautivantes y llenas de información.

Otro ejemplo podría ser la serie The Big Bang Theory, que tuvo un gran éxito porque los productores descubrieron cómo hacer que los personajes expresaran sus sentimientos sin usar palabras.

Después del fracaso del primer piloto, los guionistas idearon una nueva receta en la que cada uno de los personajes muestra lo que siente a través de su estado de ánimo y su energía.

Hay una escena en la que dos de los físicos conocen a Penny, por primera vez, y todo lo que pueden decir es «hola», «hola», «hola». Pero cada vez que dicen «hola», lo dicen de una manera diferente.

Cambian el estado de ánimo, cambian la energía y sabes exactamente lo que están sintiendo. Inicialmente están emocionados, luego avergonzados, y después sienten que necesitan retirarse, aunque las palabras que pronuncian no cambian.

En este caso, la audiencia sabe lo que están pensando y sintiendo. Lo mismo pasa con cualquier conversación.

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