Un curioso nuevo oficio que se encarga de calmar al sistema nervioso mediante caricias está tomando auge en Estados Unidos: acurrucadora profesional.
Christina Hepburn reside en Los Ángeles, California, y lleva cinco años dedicándose a su oficio que busca calmar el sistema nervioso a través de caricias.
La estadounidense de origen colombiano sostiene que esta terapia puede liberar el estrés a través del contacto físico.
«El trabajo es crear un lugar seguro para comunicarse. Cuanto más realizas esta práctica de abrazos, más se relaja tu cuerpo y se siente realmente presente en el espacio inmediato. Y tú te sientes más conectado con tu vecino, con la gente. Lo que crea una conducta más calmada y regula tu sistema nervioso», explicó Hepburn.
Esta profesión es legal en Estados Unidos ya que no involucra ningún tipo de intercambio sexual, que está expreso en las normativas y los códigos de conducta de las compañías que ofrecen este tipo de servicios.
«Existe el acuerdo general entre quienes practican este oficio de que esto es platónico y de que no hay contacto sexual, a diferencia de lo que muchos podrían imaginar«, explica Hepburn.
La facilitadora realiza una llamada a sus clientes en los que deja claro lo que está permitido y que no, tomando en cuenta que muchas veces acurruca a sus clientes en una cama, por lo que es importante que estén claras las reglas.
«Pueden hacer preguntas o hablar honestamente sobre algo que quieren o no quieren: ¿Podrías tocar mi pie? No, no me siento cómodo haciéndolo. ¿Te gusta así o prefieres alguna modificación?’. Es clave poder tener conversaciones de ese tipo, hasta encontrar un lugar donde ambos estemos cómodos», afirmó
Hasta ahora no se necesita licencia para ejercer el oficio, que se asemeja más a la práctica de masajes terapéuticos.
Hepburn cree que la soledad puede llevar a las personas a buscar este tipo de servicio, sin embargo lo recomienda en pequeñas dosis. «Yo creo que la persona que está solitaria tiene que ir a terapia y hacer una revisión de por qué le cuesta establecer relaciones profundas con la gente. Hay que ver por qué le cuesta. ¿Qué está pasando con ella?», concluyó la especialista.