La nigromancia digital está sacando los recuerdos de los fallecidos de los cementerios y los está llevando a los dispositivos electrónicos: entre la serie de empresas emergentes que están desarrollando este nicho, Here After y Replika lanzaron servicios basados en la inteligencia artificial generativa para resucitar seres queridos a los dolientes.
«Incluso, antes de que ChatGPT se hiciera público a finales de 2022, un usuario ya había utilizado el este modelo perteneciente a la compañía OpenAI para hablar con su novia muerta, basándose en sus textos y correos electrónicos», recordó un reportaje publicado en conversation.com.
Esta tecnología, según algunos, parece cruzar una línea cultural y, tal vez, ética. Muchos sienten una profunda incomodidad con la idea de que podamos interactuar rutinariamente con simulaciones digitales de los muertos.
Hay que recordar que los debates sobre la denominada nigromancia digital comenzaron en la década de 2010 a partir de los avances en la proyección de videos (con la tecnología de «deep fake») que llevaron a la resurrección de Bruce Lee, Michael Jackson y Tupac Shakur. También condujo a apariciones cinematográficas póstumas de Carrie Fisher y Peter Cushing, entre otros.
Pero, si hoy, muchos de nosotros tenemos fotos y videos de seres queridos fallecidos, a los que recurrimos como recuerdo y consuelo, mañana, gracias a la IA interactuaremos con nuestros muertos con base en textos ficticios y grabaciones de voz, fotografías y videos.
Como señaló Debra Bassett -quien ha estudiado ampliamente las vidas digitales después de la muerte- a algunos opositores al método les preocupa que los resucitados puedan ser siendo «zombificados», en una violación de su integridad.
«Esta es, por supuesto, una posibilidad, pero siempre debemos analizar estos asuntos caso por caso. Sin embargo, generalmente debemos recordar que imaginamos y mantenemos conversaciones con los muertos todo el tiempo».
Por eso, dicen los expertos que las preocupaciones generales sobre la nigromancia digital están exageradas: cuando nos concentramos en exceso en sus aspectos extraños y siniestros -para adaptar las palabras del filósofo Ludwig Wittgenstein- perdemos de vista la manera en que estas nuevas tecnologías hablan y resuenan con lo que ya somos y hacemos como seres humanos.