Cada 21 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía, fecha instaurada por el Foro Energético Mundial en 2012, y a partir de la pandemia los indicadores globales han sufrido una modificación nada deleznable.
La fecha tiene como fin promover el acceso universal a la energía, visibilizar el impacto que genera su uso en el ambiente, reflexionar sobre su consumo en la vida cotidiana, y concientizar sobre la necesidad de trabajar en lograr la eficiencia y la reducción de recursos naturales.
https://twitter.com/ELTIEMPO/status/1583476486270779393
Si bien a nivel doméstico, el ahorro energético implica un ahorro económico, a nivel global, representa muchas menos emisiones de gases con efecto invernadero, un uso más eficiente de los recursos naturales, crecimiento de la economía global y una reducción de la dependencia energética.
Las diversas maneras en las que impacta el modo de vida moderno en la naturaleza son ampliamente conocidas. Todos saben al menos algunas de las cosas que se pueden hacer para cuidar el planeta, pero no todos asumen su parte de responsabilidad, y muchas veces esa falta de responsabilidad aparece tanto en individuos, como en distintos gobiernos del mundo.
En el afán de seguir desarrollando la sociedad, tanto en términos industriales, como económicos y tecnológicos, se siguen utilizando -de manera indiscriminada- recursos como el carbón y el petróleo.
Con el uso de tales energías se termina destruyendo el medio ambiente, sin tomar en cuenta los daños irreparables que esto puede ocasionar.
Cifras post Covid-19
El consumo global de electricidad, que había retrocedido 0,7% en 2020 por la crisis de la Covid-19, creció 5,5% en 2021, lo que se traduce en 4,8% más por encima de su nivel de 2019.
En China, el mayor consumidor de electricidad -con una cuota de 31 % del consumo mundial- el consumo de energía aumentó casi 10%, superando de este modo la tendencia de 2010-2019 (+7,3% anual) y su nivel de 2019, impulsado por la recuperación económica.
El crecimiento financiero en otros países también reavivó la demanda eléctrica, especialmente en Europa (+4 %, volviendo al nivel de 2019, con fuertes subidas en Turquía, Francia, Alemania, Italia y Polonia).
En Estados Unidos fue de +1,7%, ligeramente por debajo del nivel de 2019, mientras que en Rusia el índice fue de +6 %.
El consumo de electricidad aumentó en la mayoría de los países de la región Asia-Pacífico con cerca de 5% más en la India, Indonesia y Corea del Sur, aunque se estancó en Australia y disminuyó en Japón en un marco de estrictas políticas contra la COVID-19.
La contraparte es que permaneció estable en Canadá.
El consumo de electricidad se recuperó en América Latina (+6,1%, con un crecimiento de 8,6% en Brasil y tendencias dinámicas en México, Argentina, Chile y Colombia), en África (en torno al +5%, del cual una subida de 2,3% se dio en Sudáfrica) y en Oriente Medio (alrededor de 5,5% más, destacando un +4% en Arabia Saudita).
La Unión Europea es uno de los organismos que más se ha preocupado por el tema. En el marco de clima y energía para 2030, fijó unas metas y objetivos políticos para el periodo de 2021-2030.
Se busca una reducción de 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero (desde los niveles de 1990). Esta propuesta ha pasado a un valor de al menos 55% en septiembre de 2020, como parte de los objetivos del Pacto Verde Europeo.
Además, se pretende una participación de las energías renovables de 32%, y reducir el consumo energético 32,5% mediante la mejora de la eficiencia energética.
Junto a esto, acordaron elaborar propuestas legislativas detalladas que permitan una reevaluación y revisión periódica de la normativa.
