La prestigiosa revista The Lancet Public Health, publicó un estudio que enciende las alarmas en el mundo deportivo, ya que indica que los futbolistas de élite tienen 1,5 veces más de posibilidades que el resto de la población de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.
La investigación tuvo como objeto la máxima división del fútbol sueco, quienes participaron en una muestra de 6.007 futbolistas que jugaron entre 1924 y 2019 en la liga del país, y que en el desarrollo de la disciplina sufrieron varios golpes o cabezazos con traumatismo craneales.
El estudio revela que el riesgo de padecer enfermedades que afectan a las neuronas motoras no aumenta. En el caso del Parkinson, el riesgo es menor comparado con el resto de la población.
El 9 % de los fútbolistas fueron diagnosticados con una enfermedad neurodegenerativa, mientras que los controles en el resto de la población detectaron un 6%. Los porteros diagnosticados fueron 38 de 510, un 7,5%.
Según reseña publicada en el diario El País y que refiere el mismo estudio; los traumatismos craneales leves repetitivos sufridos al cabecear el balón son la razón por la que los jugadores de fútbol tienen un mayor riesgo a la demencia y enfermedades como el Alzheimer.
Neurólogos aseguran, que esta actividad, aunque no es considerada «violenta», podría ocasionar lesiones tras varias repeticiones. No obstante, pocas veces se presentan las dificultades de forma inmediata.
Los efectos acumulativos o repetitivos del cabeceo podrían generar también la formación de lesiones y hematomas. Y podría generar patologías como las encefalopatías traumáticas crónicas.
Cabe destacar, que no solo en la práctica del fútbol se puede presentar el cabeceo del balón, pues existen deportes similares en los cuales se han presentado accidentes por el cabeceo. Es el caso de los jugadores de fútbol americano, hockey sobre hielo y boxeadores.
También se ha identificado que las personas que sufren accidentes automovilísticos, así como aquellas que han sido víctimas de violencia familiar, pueden sufrir conmociones en la cabeza que, a largo plazo, pueden convertirse en una encefalopatía traumática.
Es importante que cuando se presenta la lesión, la persona sea valorada cognitiva, verbal y psicomotrizmente. Además, se recomienda evaluar su memoria; esto comprende la memoria retrograda y la anterógrada. Así, se pueden reconocer posibles alteraciones ligadas con el golpe para atenderlas adecuadamente.