La paralización de las exportaciones de Ucrania y Rusia, 50% y 28%, respectivamente, del comercio mundial de aceite de girasol, la sequía en América Latina y en las planicies de trigo en Estados Unidos dispararon los precios de los aceites comestibles.
Según el gobierno de Ucrania, sus puertos están bloqueados y los caminos y trenes permiten movilizar diez veces menos mercancías que antes de la guerra.
Rusia, en cambio, acaba de introducir una nueva cuota para regular las exportaciones. Hace menos de un mes aumentó 20% los impuestos a las ventas al exterior.
En América (Sur y Norte) las altas temperaturas y la falta de agua han impactado negativamente en los campos y afectado la recolección.
Para colofón, otro de los mayores exportador de cereales del mundo, Indonesia, podría detener algunas exportaciones luego que por la escasez nacional estallaran protestas callejeras reclamando el elevado costo de los alimentos.
La amenaza de la escasez y los precios altos del petróleo impulsaron las cotizaciones de todas las oleaginosas que sirven para producir aceite – colza, girasol, maní, soja y palma- que además son utilizadas como alimento para el ganado y carburantes vegetales.
Como resultado, por ejemplo, el aceite de soja subió 16,5%.
En marzo, los precios de los alimentos llegaron al nivel "más alto jamás registrado", impulsados por los aceites vegetales, que subieron 23,2%, según el informe de abril de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En Estados Unidos, John Sandbakken, director ejecutivo de la asociación nacional de productores de semillas de girasol, aseguró que los agricultores quieren aumentar la superficie cultivada.
Según el experto habrá un aumento del 20 al 25% de las superficies cultivadas.
Cabe destacar que el uso omnipresente de los aceites comestibles en todo tipo de productos significa que podría ser una variable importante en la inflación alimentaria mundial.
