Varios glaciares icónicos se derriten. En el 2050 un tercio de ellos desaparecerá sin ninguna duda, no hay vuelta atrás. El deshielo y el cambio climático no perdonan, y los representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo advierten, el resto podría salvarse, si se toma conciencia y se reducen las emisiones de carbono.
Esta lamentable noticia fue publicada hace un par de días por el ente perteneciente a la ONU, que hizo público un informe realizado por el Grupo Intergubernamentales de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Pero la función de este grupo no sólo se limita a verificar el estado de todo lo tangible e intangible que es declarado patrimonio de la humanidad (como es el caso de los glaciares), sino a muchas más cosas que pocas personas conocen.
Hoy es el Día de la Unesco, un organismo nacido en 1945, que en principio buscaba solo restablecer la educación en los países afectados por la II Guerra Mundial, pero que hoy ha mutado para cuidar y velar todo lo que la humanidad hace… y un poco más.
Unesco
En 1945 Europa era un desastre. Una de las guerras más grandes del mundo destruyó escuelas y dejó a naciones enteras en las ruinas. Había que hacer algo, sólo con la educación el continente se podría levantar, y este no existía.
Fue así como, en 1946, 44 países se reunieron en una conferencia de la recién creada ONU, que llevó por nombre “Conferencia de las Naciones Unidas para el Establecimiento de una Organización Educativa y Cultural (ECO/CONF)”
Aunque ya existía para entonces, el 4 de noviembre de 1946 se firmó la constitución de la Unesco, fecha que quedaría asentada como un aniversario formal de uno de los entes más grandes del mundo.
La misión: proteger
Aunque nació con el único objetivo de restaurar la educación en la Europa postguerra, para la conservación de la paz, los objetivos de la Unesco fueron mutando con el tiempo.
La organización, dependiente de la ONU, tiene como una de sus metas preservar el patrimonio de hasta 167 países, que suman más de 10 millones de kilómetros cuadrados. Además lleva a cabo proyectos para la mejora de la educación, como señala su página web.
Sumado a esto, es la encargada de coordinar la alerta contra los tsunamis, además de estar a la cabeza de redes de jóvenes que trabajan por la protección del patrimonio, en nueve países del mediterráneo.
“La Unesco hace uso de la educación, la ciencia, la cultura, la comunicación y la información para fomentar el entendimiento mutuo y el respeto por nuestro planeta. Trabajamos para fortalecer la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Reunimos a las personas en torno a la convicción de nuestra humanidad compartida”, detalla la página web.
Entre los proyectos, están el desarrollo de la educación como herramienta transformadora, el estudio de diferentes ciencias como las naturales, oceánicas, sociales y humanas, sin contar la preservación de las tradiciones en todo el mundo, -especialmente en el continente africano-, la defensa de la libertad de expresión, y la igualdad de género.
La mayoría de estos planes se dan dentro del programa Patrimonio Mundial que otorga el título homónimo para proteger a cosas tangibles (espacios arquitectónicos, monumentos naturales, entre otros) e intangibles (bailes, tradiciones, lenguajes, etc).
Aunque estas declaraciones no implican propiedad, si le da un carácter de relevancia e interés universal, que permite tomar acciones para su preservación, a través del Comité de Patrimonio Mundial.
No todo es miel en hojuelas
A pesar de la loable labor que desempeñan, muchos analistas se cuestionan el verdadero impacto del organismo nacido en 1945, asegurando que no se ha adaptado a los nuevos tiempos, y se rumora sobre posible corrupción tras bastidores.
“Se ha enfrentado a contratiempos producidos por el despilfarro, la corrupción y las luchas políticas internas” escribió el historiador Maxwell L. Anderson, presidente de la Souls Grown Deep Foundation y autor de “Antiquities: What Everyone Needs to Know” (Oxford University Press, 2016).
El autor continuó exponiendo que “la Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedades Ilícitas de Bienes Culturales (1970) llevó a la aprobación de leyes nacionales por parte de los signatarios, pero no ha logrado que mengüe la importación y exportación ilícitas de objetos culturales”
Sin embargo, hasta Anderson que es uno de los críticos más explícitos, asegura que, “sin la atención temprana y persistente por parte de la Unesco a la acidificación, la aniquilación de especies marinas y el azote de la contaminación por plástico, lo más probable es que el destino de los océanos no hubiera atenazado la imaginación de dirigentes ciudadanos y del sector privado, lo que ha engendrado ambiciosos esfuerzos reparadores”, por poner un ejemplo.
Ya sea para informar que el 20% de los docentes “no cuenta con la formación requerida para ejercer su profesión”, o para informar la lamentable realidad de los glaciares, la Unesco sigue extendiendo sus acciones en el mundo con paciencia, conscientes de que, al final, el roble es el resultado de la semilla.
