Cuando Diego Armando Maradona murió, Argentina se oscureció de repente. Una ola de tristeza se apoderó de cada espacio, de cada casa, de cada persona en la calle que no podía creer que se había ido el “Dios”.
Hasta los más fieros detractores de la controversial figura del “10” supieron que era momento de callar, de dejar que el duelo pase, y de dar espacio a las demostraciones más complejas de amor genuino, por alguien que reivindicó con goles a Las Malvinas y enorgulleció a los argentinos con su mayor pasión: el fútbol.
Hoy, uno de los futbolistas más grandes del mundo cumpliría 62 años, y LMN recuerda por qué es, sin duda, el mayor ícono argentino.
La cenicienta
En una casa con dos habitaciones vivía el pequeño Diego Armando con sus padres y siete hermanos, en Villa Fiorito, un lugar pobre de la Buenos Aires hecha de polvo o barro: “En Fiorito, si se podía comer, se comía; y si no, no”, recordaba el propio futbolista en su libro autobiográfico “Yo soy El Diego, de la gente”.
A los nueve años comenzó su pasión por la pelota, en un equipo infantil conocido como “Las Cebollitas”, para después pasar a “Estrella Roja” un equipo que regentaba su padre en una canchita del barrio.
Dejó la escuela desde el primer año de secundaria, porque quería pasar todo el día pegado a la pelota. El llamado “pelusa” por sus amigos, familiares y conocidos, comenzó a sorprender a todos con sus habilidades con el balón, objeto que se convirtió en su compañero más fiel.
Carrera en clubes
Su carrera futbolística es más que conocida. Argentino Juniors fue su primera casa, y allí debutó en primera división en 1976 con tan solo 15 años. En 1981 se unió a Boca Juniors.
En 1982 fue comprado por el Fútbol Club Barcelona, y luego, en 1984, fue vendido por una cantidad astronómica de dinero al que fuera el equipo donde más se destacó: el Nápoles. Con los italianos ganó las ligas de 1987 y 1990, la copa UEFA de 1989 y la Supercopa de Italia de 1991.
Maradona fue el máximo goleador de los torneos argentinos de los años 1978, 1979 y 1980. En 1979 formó parte de la selección juvenil que ganó el campeonato del mundo, además de quedar campeón en Argentina en 1981 con el Boca Juniors.
También, durante su tiempo dentro del equipo de los azulgranas, consiguió la Copa de la Liga, la Copa del Rey (ambas en 1983) y la Supercopa de España (1984).
Pero sin duda fue lo que hizo con la selección argentina lo que lo transformó en un ícono para el país, una nación con demasiadas heridas abiertas, que fueron aliviadas por un hombre que hacía justicia a fuerza de goles.
Una victoria reivindicativa
Los logros de Maradona en los mundiales fueron muy importantes, pero la verdadera gloria llegó en México 1986, cuando “su capacidad de arrastrar a toda la defensa del equipo rival con su impresionante facilidad para la gambeta y proyección, dejó pasmados a los millones de aficionados que seguían el campeonato a través de la televisión” como se expone en la web Biografías y Vidas.
Pero, paradójicamente no fue la final lo que agrandó de orgullo y elevó un aire de justicia sobre los argentinos, sino la acción en los cuartos de final en contra de Inglaterra, un país con el que apenas cuatro años antes se había perdido la última guerra que vivió el sur americano: la guerra de Las Malvinas.
En medio de la cancha la actuación del 10 argentino fue impoluta. El primer gol llegó al minuto 51 de parte del pelusa, aparentemente anotado con la mano izquierda, sin que el árbitro lo notara. Este tanto le dio el título de “la mano de Dios”.
Tan sólo cuatro minutos después, la destreza del astro quedó más que clara, tras pasar sin problema por cinco jugadores ingleses: Peter Beardsley, Peter Reid, Terry Butcher, en dos oportunidades, Terry Fenwick y al arquero Peter Shilton.
El gol selló la victoria Argentina, a pesar del tanto anotado en el minuto 81 por el inglés Gary Lineker, que dejó el partido 2-1 a favor de los suramericanos.
Ese día los argentinos salieron a las calles a celebrar, mientras muchos lloraban por la emoción. El dolor que dejó una guerra injusta que les había arrebatado su territorio y asesinado a 649 soldados, había sido parcialmente reivindicada por este hombre del pueblo, que reescribió el significado de argentinidad.
Polémica
Maradona fue un hombre polémico. Su consumo de drogas le sacó de varios equipos y competiciones importantes, cuando el antidoping dejaba en evidencia lo que muchos presumían.
La polémica no dejó de perseguirlo a lo largo de su carrera, y las acusaciones de abusos de sustancias, e incluso supuestos abusos sexuales en contra de menores de edad, no dejaron de llegar después de su muerte, el 25 de noviembre de 2020.
Sus logros deportivos son innegables. Grandes del fútbol como Lionel Messi lo idolatran, muchos insisten en que es el mejor jugador de todos los tiempos, por encima del brasilero Pelé, discusión que genera ardientes posiciones encontradas.
En Buenos Aires se hicieron dos grandes murales del 10. Estas obras, firmadas por los artistas argentinos Maximiliano Bagnasco y Martín Ron, forman parte de las celebraciones por el nacimiento del pelusa.
A pesar de lo bueno, lo malo y lo feo, sin duda se recordará a Diego Armando Maradona, como el hombre que levantó la moral argentina en una cancha, y escribió en piedra un legado que está tan vivo como su nombre.