A través del Chatbot de Inteligencia Artificial (IA) de ChatGPT se predicó un sermón en la iglesia de St. Paul en la ciudad de Fuerth, Alemania.
El sermón de 40 minutos fue creado por Jonas Simmerlein, teólogo y filósofo, quien usó ChatGPT para el 98% del material.
El chatbot conversacional que causa furor entre los usuarios ahora también es una herramienta para crear sermones.
La misa estuvo personificada por un avatar de un hombre negro barbudo en una pantalla gigante sobre el altar y comenzó a predicar a las más de 300 personas que se habían presentado el viernes por la mañana para un servicio de la iglesia luterana experimental.
“Queridos amigos, es un honor para mí estar aquí y predicarles como la primera inteligencia artificial en la convención de protestantes de este año en Alemania”, fue lo primero que se escuchó.
La sorpresa de la comunidad fue tal que la gente formó una larga cola fuera del edificio neogótico del siglo XIX una hora antes de que comenzara por la curiosidad de ver cómo sería.
De hecho, los creyentes en la iglesia escucharon atentamente mientras la inteligencia artificial predicaba sobre dejar atrás el pasado, enfocarse en los desafíos del presente, vencer el miedo a la muerte y nunca perder la confianza en Jesucristo.
Los tras cámaras de la IA
Todo el servicio fue dirigido por cuatro avatares diferentes en la pantalla, dos mujeres jóvenes y dos hombres jóvenes.
En varias ocasiones, el avatar provocaba risas sin darse cuenta, como cuando usaba lugares comunes y les decía a los feligreses con una expresión inexpresiva que para “mantener nuestra fe, debemos orar e ir a la iglesia con regularidad”.
Algunas personas grabaron en video el evento con entusiasmo con sus teléfonos celulares, mientras que otras miraron de manera más crítica y se negaron a hablar en voz alta durante el Padrenuestro ya que lo vieron como una falta de respeto a la iglesia.
Sin embargo, el servicio de la iglesia experimental también mostró los límites para implementar la inteligencia artificial en la iglesia o en la religión.
El resultado es que no hubo una interacción real entre los creyentes y el chatbot, que no pudo responder a las risas ni a ninguna otra reacción de los feligreses como lo habría hecho un pastor humano.