Las autoridades chinas impusieron un nuevo confinamiento a unas 600 mil personas en la Zona Económica del Aeropuerto de Zhengzhou, donde se sitúa la mayor fábrica del mundo de teléfonos iPhone.
La fábrica del gigante tecnológico taiwanés Foxconn, inició el miércoles pasado siete días de confinamiento, según un comunicado oficial. Antes que se tomara la medida, decenas de trabajadores huyeron del lugar por el brote y el temor a un encierro obligado, según reseñó la prensa local.
No es un dato menor que la empresa –que emplea a más de 200 mil personas y se encuentra a unos 600 km al suroeste de Beijing- ha estado bajo confinamiento intermitente por lo menos en dos ocasiones.
El complejo industrial cuenta con tres fábricas y ensambla alrededor del 80% de los iPhone 14, el modelo más reciente del gigante estadounidense Apple.
Pero el confinamiento no es sólo allí. En el centro financiero oriental de Shanghai, las cosas son sombrías incluso en Disneylandia (la franquicia asiática del conocido “mundo mágico”): el parque cerró abruptamente sus puertas esta semana para cumplir con las medidas de prevención de covid, atrapando a los visitantes en el interior para las pruebas obligatorias.
En muchas otras partes del país, los confinamientos, las cuarentenas obligatorias, los incesantes edictos de pruebas masivas y las restricciones de viaje siguen paralizando los negocios y la vida cotidiana, incluso mientras el resto del mundo se aleja de la pandemia.