La Administración General de Aduanas de China anunció en un comunicado que ya no se requerirá a los viajeros internacionales cierta información relacionada con la COVID-19, como los resultados de pruebas o infecciones previas.
A pesar de esta flexibilización, los viajeros internacionales tendrán que entregar en las embajadas del país asiático en sus respectivos países de origen, los test con resultados negativos antes de subirse a los vuelos.
También acortó los periodos de cuarentena para los viajeros recién llegados y reanudó las visas de estudiantes para quienes fueron admitidos por universidades locales, visas que desde hace dos años no se otorgaban.
Los estudiantes extranjeros también tendrán que cumplir los siete días de cuarentena en un hotel pagado por ellos mismos y designado por las autoridades.
Se trata del más reciente paso que da el gigante asiático en beneficio del movimiento de pasajeros internacionales, si bien todavía solo se permite el ingreso por trabajo, negocios, reunificación familiar o con permiso de residencia, sus fronteras continúan cerradas para el turismo.
Cabe destacar que China aún mantiene cuarentenas sistemáticas para las personas que dan positivo y test PCR generalizados y obligatorios.
Recordemos que la pasada primavera, Shanghái se vio confinada durante dos meses en respuesta al mayor brote epidémico en el país en dos años y que, a inicios de agosto, al conocerse la existencia de un solo caso positivo en una tienda Ikea, las autoridades retuvieron a todos los clientes que estaban dentro para ponerlos en cuarentena.
En videos ampliamente difundidos en redes sociales pudo verse así a numerosas familias bloqueadas por el cierre de las puertas de vidrio.
A pesar de la medida, hubo algunos clientes que lograron huir precipitadamente por lo que parece ser una salida de emergencia de la tienda, situada en el distrito Xuhui.
