Cómo una botánica resolvió un crimen famoso analizando plantas y polen

BBC Mundo ha revelado una historia fascinante sobre cómo una botánica jugó un papel crucial en la resolución de uno de los casos criminales más impactantes del Reino Unido: el caso de Holly Wells y Jessica Chapman.

En 2002, las dos niñas de 10 años desaparecieron en Soham, Cambridgeshire, durante una tarde de verano. Su desaparición provocó una búsqueda nacional exhaustiva que, a pesar de la esperanza inicial, terminó con el hallazgo de sus cuerpos en una zanja el 17 de agosto de ese año.

La clave para resolver el caso estuvo en el trabajo de Patricia Wiltshire, una experta en botánica y palinología que aplicó su conocimiento especializado en plantas y polen para ayudar a la policía a desentrañar el misterio.

La palinología es la disciplina científica que se ocupa del estudio del polen de las plantas, las esporas y ciertos organismos planctónicos microscópicos, tanto en forma viva como fósil.

Wiltshire, apodada «la bruja galesa» por su habilidad para procesar datos complejos, utilizó su experiencia en ecología forense para analizar la vegetación y el polen presentes en la escena del crimen.

La policía necesitaba saber si el carro del sospechoso había estado ahí.

Wiltshire cuenta a BBC que nunca había enfrentado un caso de este tipo antes, pero al analizar el vehículo, notó que el polen en los pedales y en el área de los pies coincidía con el polen encontrado en los alrededores de un campo agrícola.

Cuando la policía la llevó a la escena del crimen, solicitó que no le informaran el lugar exacto donde se había encontrado el cuerpo, ya que quería poner a prueba mi metodología.

El área era extensa, pero después de examinarla, logró localizar el sitio preciso basándose en el tipo de flores presentes en esa parte del seto.

Este descubrimiento fue revelador para ella, ya que no esperaba que su análisis fuera tan específico.

«Si no hubiera acumulado toda mi experiencia trabajando en laboratorios hospitalarios en palinología, bacteriología y otros campos similares, así como en trabajos de campo ecológico, no podría realizar el trabajo que hago ahora».

La policía solicitó la ayuda de Patricia Wiltshire para investigar la escena del crimen, enfocándose en entender cómo el asesino accedió a la zanja donde se encontraron los cuerpos.

Wiltshire observó que las ortigas, que estaban a la altura del pecho, habían sido pisoteadas, y usó este detalle para diseñar un experimento innovador. Analizó cómo las ortigas se recuperaban después de ser aplastadas, lo que le permitió establecer una línea de tiempo de cuándo se habían dejado los cuerpos en la zanja.

El experimento de Wiltshire reveló que los cuerpos de las niñas habían sido colocados en la zanja poco después de que desaparecieron.

«Le mostré a la policía por donde se había metido el perpetrador en la zanja, y cuando entré, encontré el pelo de Jessica en una ramita.

La investigación había señalado a Ian Huntley, el conserje de la escuela de las niñas, como principal sospechoso.

Durante la búsqueda de las niñas desaparecidas en Soham, Ian Huntley se presentó como una figura prominente en la comunidad, actuando como portavoz y ofreciendo frecuentes entrevistas a la prensa. Además, solicitaba información a la policía sobre la investigación y otros detalles, lo que despertó sospechas en los detectives.

Una investigación forense de la casa de Huntley reveló fibras de las camisetas que llevaban Jessica y Holly, aunque Huntley ofreció una explicación plausible: alegó que había ayudado a las niñas debido a una hemorragia nasal de una de ellas.

Los detectives continuaron investigando y registraron la escuela donde Huntley trabajaba.

Allí encontraron prendas de vestir quemadas y cortadas que las niñas llevaban cuando fueron vistas por última vez.

Al analizar estas prendas, Patricia Wiltshire descubrió fragmentos de vegetación, particularmente frutos de alisos, que coincidían con los presentes en la zanja donde se encontraron los cuerpos. Esto demostró que las niñas estaban vestidas cuando fueron colocadas en la zanja.

Estos hallazgos, junto con otras pruebas, incriminaron a Huntley. Wiltshire fue una de las expertas que testificó en el juicio, que resultó en la condena de Huntley a cadena perpetua con un mínimo de 40 años.

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