La terapeuta estadounidense de parejas, Janet Hurley, propone usar cuatro oraciones para ayudar a las personas a compartir sus disgustos con la pareja y a acelerar el proceso de reconciliación ya que en una discusión puede haber frases que suman manipulación o simplemente empeoran las cosas.
La terapeuta explicó que algunas veces, ante pedidos de ayuda a nuestras parejas y la nula respuesta -como limpiar o hacerse cargo de los niños- la persona agraviada imagina que alrededor del otro hay una enorme burbuja, de esas que simulan los pensamientos. “Que buena es la vida”, decía. “¡Me estoy relajando mientras mi esposa hace todo! ¡Mi tiempo vale más que el de ella!”.
Terrence Real, terapeuta familiar y autor de “Nosotros: superarnos a ti y a mí para construir una relación más amorosa”, apodó a esta situación como una “narración inconsciente” que sucede cuando te imaginas lo que tu pareja estaría pensando o sintiendo.
“Hacer estas suposiciones puede intensificar una discusión y distorsionar el problema”, comentó Real.
El psicólogo alienta a las personas a que compartan su estado de indignación utilizando una herramienta terapéutica conocida como “La rueda de retroalimentación“. Este simple método, cuya autora es Janet Hurley, consiste en usar cuatro oraciones para ayudar a que las personas puedan compartir entre ellas sus disgustos y acelerar el proceso de reconciliación.
Real sugirió: “Cuando te encuentres imaginando este tipo de historias, ponte una pausa, recuerda lo que quieres y cuánto te preocupas por la persona que te ha generado el enojo. Después, pregúntale si es un buen momento para hablar”.
En caso de que estén dispuestos a charlar, es aconsejable usar estas cuatro expresiones:
“Esto es lo que vi o escuché”
Describe en una oración lo que pasó, aconsejó Real y ahondó: “”Menciona solo los hechos puntuales. La clave de esta declaración es su brevedad”.
“Esto es lo que me imaginé al respecto”
Explicar tu punto de vista rompe aquella cadena de pensamientos ficticios, explicó Alexandra Solomon, profesora de psicología en la Universidad Northwestern y autora de Loving Bravely. Hacer esto, agregó la especialista, ayuda a la persona afectada a examinar sus propias emociones.
“Las historias que nos contamos a nosotros mismos, muchas veces están marcadas por las heridas, los traumas y los puntos sensibles de cada uno”, sumó Solomon.
“Así es como me sentí”
Tomate un momento para concentrarte en tus emociones. Luego descríbelas a tu pareja de manera clara y concisa, comentó Real. Por ejemplo, “podrías decirle que estás asustado, herido o enojado, desmantela solo tus sentimientos, nada de pensamientos ni creencias”, explicó.
Esta táctica podría ayudar a correrte de las “partes reactivas de tu cerebro e inclinarte hacia lo que implica ser un adulto sabio”, puntualizó el especialista.
“Esto es lo que me ayudaría a sentirme mejor”
Esta última declaración, muchas veces suele ser dejada de lado. Pero lo cierto es que dejar en claro tus necesidades, es fundamental, de lo contrario, no podrías quejarte por no tener lo que nunca pediste, sostuvo Real.
En este sentido, “al compartir la historia que inventaste como también tus sentimientos y necesidades, hace que pases de la ira a la vulnerabilidad”, manifestó el experto. “Dijiste lo que tenías que decir, pero siempre con respeto”, resaltó Real.
Idealmente, agregó el Dr. Solomon, la otra persona responde sintiéndose agradecida por la vulnerabilidad de su pareja en lugar de sentirse culpable o a la defensiva.
Usar estas declaraciones cambia las reglas del juego: a veces las interpretaciones acerca de nuestro comportamiento están tan fuera de lugar que cuando uno las dice luego, en frío, las parejas pueden hasta reírse y romper la tensión.
Yo creo que las dos frases que han terminado más discusiones de pareja de la historia han sido:
– «Vete a la mierda» seguido de un portazo
– «Lo que tú digas, mi vida» mientras se piensa conscientemente en hacer exactamente lo contrario
Después de esas dos hay otro millón de frases que solo empeoran el encontronazo y después de todas esas están los comportamientos coherentes, la sutileza y las frases comprensivas y llenas de buen rollito que propone Janet Hurley.