Este año, los homicidios en Costa Rica dejaron de ser considerados como ‘’últimas noticias’’, y la palabra ‘’tiroteo’’ es cada vez más frecuente en las conversaciones del día a día. Se volvió común presenciar un asalto a plena luz del día y leer diariamente acerca de un homicidio en las redes sociales.
El país suramericano, reconocido por su ‘’ambiente de tranquilidad y pura vida’’ se convirtió en un nido de caos y violencia y superó, incluso, a otros países del continente en índices delictivos. El registro de asesinatos en 2022 fue el más alto de la historia del país, aumentó en un 66,5% en comparación a 2021.
Ahora, las confrontaciones entre bandas criminales asociadas con el narcotráfico no se limitan a quedarse en los barrios comunes o regiones costeras donde trasladan la cocaína hacia el norte.
Los recortes presupuestarios a los que se enfrenta el país también limitan a los cuerpos policiales en los sectores, por lo que el movimiento de bandas internacionales pone contra las cuerdas al país que se siente orgulloso de haber abolido el ejército hace 75 años para dedicar esos recursos en inversión social.
Aumentan las muertes por bala perdida
Las altas tasas de mortalidad no son nuevas. Los registros de los últimos diez años señalan que los grupos criminales se matan entre ellos, lo que llevó a uno de los mayores incrementos de homicidios del continente.
El presidente Rodrigo Chaves aseguró que la situación se salió de las manos. ‘’Es indignante, inexplicable e inaceptable’’, comentó el mandatario con respecto al asesinato de Samuel Arroyo, un niño de ocho años herido por una bala perdida de un fusil de asalto AK-47, que lo alcanzó en la habitación en la que dormía durante la noche del pasado 26 de febrero.
El primer detenido era también un menor de edad, un adolescente de 15 años, quien presuntamente está relacionado a uno de los grupos locales que traficaba droga a intermediarios o a consumidores.
Datos oficiales
De acuerdo a las cifras del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), las denuncias por asaltos aumentaron 19,5% entre 2021 y 2022 (uno cada 49 minutos), las de robos en viviendas un 15% (uno cada 80 minutos) y los asesinatos un 11,7% (uno cada 13 horas).
De los homicidios registrados, dos tercios de estos están vinculados al crimen organizado y el 72% provocados con armas de fuego, enfatizando los casos de bala perdida.
Ante la escasa respuesta de múltiples sectores políticos y sociales, el presidente del Congreso costarricense, Rodrigo Arias, decidió convocar algunas reuniones de emergencia con expertos y autoridades mientras algunos diputados alaban las políticas de Nayib Bukele contra el crimen.