La apertura en relación a la bisexualidad por parte de personalidades influyentes como Cara Delevigne, ha servido de estímulo para que otros individuos se sientan más inclinados a expresar la suya, sin embargo algunos expertos señalan que aún hay muchos mitos por derribar en relación a este tema.
Según Candela Gómez de la Calzada, psicóloga del Instituto Centta, la bisexualidad se caracteriza por la atracción tanto hacia personas del mismo sexo como del contrario, o incluso independientemente de su género, aunque algunos prefieran identificarse como pansexuales bajo esta definición.
No obstante, persisten ciertos mitos en torno a esta orientación sexual que han sido invisibilizados durante años. Por ejemplo, se ha propagado la idea de que la bisexualidad es una moda reciente, especialmente dirigida a los jóvenes, cuando en realidad ha existido siempre. Este tipo de afirmaciones invalidan la experiencia sexual de las personas bisexuales y pueden generar confusión y dificultades en el proceso de aceptación.
Otro mito común es que la bisexualidad no es una orientación sexual legítima, sino simplemente una fase transitoria antes de definir una orientación «verdadera». Sin embargo, cada persona vive la bisexualidad de manera diferente, y esta no necesariamente debe ser una etapa temporal.
El hecho de que una persona bisexual haya mantenido relaciones exclusivamente con un sexo determinado no invalida su orientación sexual. La bisexualidad va más allá de las experiencias sexuales y románticas, abarcando aspectos como el deseo y la atracción hacia diferentes géneros.
También se ha estigmatizado a las personas bisexuales como más promiscuas y propensas a tener relaciones no monógamas, pero esto no está necesariamente relacionado con su orientación sexual. Los prejuicios y la falta de educación sexual pueden dificultar que las personas bisexuales exploren su orientación sin sentir angustia.
Defensores de los derechos de la comunidad LGBT insisten en que la orientación sexual es un espectro amplio y diverso, como demostró el estudio del biólogo Alfred Kinsey en la década de 1940.
Este estudio reveló que la mayoría de las personas no se identificaban exclusivamente como heterosexuales u homosexuales, lo que muestra la complejidad de la sexualidad humana.