“Te rechazan por ser pobre, por ser negra, porque estás enferma. Me he sentido discriminada porque así hablan (…) cuando me rechazan por ser negra y porque me veo enferma, me siento mal”, asegura Yolanda una mujer afrodescendiente en el estado de Oaxaca, México.
A sus 21 años, cuenta que deseaba ser maestra pero no pudo lograrlo por falta de oportunidades, además, resalta que tiene problemas de salud, pues no tiene acceso oportuno a los servicios básicos. La historia de Yolanda fue recogida a través de un estudio publicado por el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación de México (CONAPRED).
El de ella, es solo uno de los miles de casos que viven las 133 millones de personas en Latinoamérica que se auto definieron como afrodescendientes. La invisibilidad social, estadística e histórica han sumergido a esta población en niveles de exclusión sin precedentes.
Lastimosamente, esta comunidad es víctima de estereotipos que además refuerzan los medios de comunicación, lo que les genera obstáculos en la búsqueda de empleo y oportunidades de desarrollo; diariamente hombres y mujeres desafían estigmas asociados a su color de piel.
El 31 de agosto de 2021 se celebró por primera vez el Día Internacional de los Afrodescendientes, en homenaje a las contribuciones del éxodo africano alrededor del mundo, su herencia y cultura, sus aportes; vale decir que se trata no solamente de migraciones voluntarias, el primer recurso saqueado de áfrica fue su población, cuando fue secuestrada por los colonizadores europeos para esclavizarla en otros continentes.
El propósito de esta fecha en principio es sensibilizar a la población acerca de la necesidad de eliminar las formas de discriminación contra la población de origen afro.
A pesar de que esta iniciativa fue aprobada por los 52 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas, existe en la actualidad un gran reto por delante para los gobiernos que aún tienen mucho por hacer para reivindicar y dignificar a sus poblaciones afrodescendientes, sobre todo en América Latina; el camino debe ser la posibilidad de oportunidades de desarrollo, ya que el racismo, la migración y la pobreza ha disgregado a esta comunidad.
En este sentido, uno de los principales antecedentes de la creación de esta efeméride lo constituye el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, proclamado en el año 2015 por la ONU.
Por ende, la proclamación busca consolidar la protección de los derechos de las personas de ascendencia africana, así como el reconocimiento de sus aportaciones y la preservación de su patrimonio cultural en la región.
El documento también ratifica el compromiso de los Estados miembros para combatir el racismo, la discriminación y la intolerancia, y reconoce como estas formas de violencia afectan de manera negativa a las sociedades latinoamericanas
Afrodescendientes en números
Un informe publicado en el 2018 por el Banco Mundial sobre este grupo poblacional, detalla que alrededor de 133 millones de personas en Latinoamérica se auto definieron como afrodescendientes, lo que representa un aproximado del 25% de la población total de la región.
La mayor concentración de estos grupos poblacionales se encuentran en Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, México y Cuba. Vale decir, que existen importantes dificultades para cuantificar a esta población, debido a la escasez de datos confiables en las estadísticas sociales. Incluso, la no aceptación de muchos latinoamericanos respecto a su identidad negra.
En este punto, algunos Estados han mostrado interés en incluir la variable afrodescendiente como categoría identitaria étnico-racial en los censos de la población.
Afrodescendientes en el sector laboral
Estudios independientes de institutos y organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), reflejaron los indicadores básicos de comportamiento de este grupo poblacional en algunos países de América Latina.
En el sector laboral se comprobó que, en el momento de acceder al mercado laboral, la tasa de personas afrodescendientes desempleadas es casi el doble que la de personas que no lo son, con un diferencial de 13% y 6% respectivamente.
El estudio realizado por el BM determinó que las personas afrodescendientes ocupan en mayor medida puestos poco calificados, 75% a diferencia de un 69% para personas de otro color de piel. Esto incide en los montos salariales percibidos entre este grupo poblacional y otros.
A pesar que una persona afrodescendiente pueda tener un nivel educativo universitario u ocupar un alto cargo en una determinada empresa, suelen percibir sueldos menores que sus pares de piel blanca.
Esta particularidad se da en la mayoría de los países de la región, pero con distintos grados de impacto. El documento publicado por el BM resalta que en Panamá, se expresa en 11% de los empleados afrodescendientes, mientras que en Brasil ronda el 40%.
Dichas prácticas en el sector laboral, evidencian cómo el color de la piel condiciona pensamientos y actitudes en la toma de decisiones sobre la distribución de los ingresos de los empleados.
Acceso a la educación
En América Latina la población afrodescendiente tiene menos nivel de educación que la población que no pertenece a ese grupo. En los hogares de personas afrodescendientes, 64% de sus integrantes ha completado la primaria frente a 83% que lo ha hecho en los hogares de personas blancas.
En la educación secundaria, 30% de afrodescendientes culminó el proceso frente a 46% de la población de piel blanca, y en la etapa universitaria solo 5% ha logrado completarla frente a 14% de personas no afrodescendientes.
En este contexto, ha habido un decrecimiento de la deserción escolar con relación a otros períodos, para mediados de la década pasada, países como Brasil, Ecuador y Perú, marcaban 15% menor de probabilidades de que un estudiante afrodescendiente de secundaria pudiera completar sus estudios.
En el caso de Uruguay, esta variable aumentó en comparación con períodos anteriores con 24% de posibilidad de abandono escolar. Estos datos demuestran las barreras de condiciones para desarrollar el potencial de esta comunidad y con ello construir una vida digna.
Lucha reivindicada
Varios gobiernos han incluido fechas conmemorativas para promover el reconocimiento, justicia y desarrollo de las personas afrodescendientes, así como sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Incluso, se han aprobado leyes que protegen a este sector de la población Latinoamericana.
En Venezuela, se celebra desde el 10 de mayo de 2005, el Día de la Afrovenezolanidad, como reconocimiento a la rebelión que emprendió el zambo José Leonardo Chirino en 1795.
Un año antes, en 2004, el presidente de ese entonces, Hugo Chávez, creó la Comisión Presidencial contra la Discriminación Racial. A esto le siguió la instalación del Consejo Nacional para el Desarrollo de las Comunidades Afrodescendientes, la promulgación de la Ley Contra la Discriminación Racial en el 2011 y la creación del Instituto Contra la Discriminación Racial (INCODIR).
Mientras tanto, en Colombia se conmemora el Día de la Afrocolombianidad cada 21 de mayo, día en que se puso fin a la esclavitud en el territorio neogranadino. Este mes, ha sido designado por el Ministerio de Cultura como el Mes de la Herencia Africana.
El 20 de noviembre se conmemora en Brasil el mes de la Conciencia Negra; celebrado desde la segunda mitad de los años setenta, enaltece la conquista de los movimientos sociales negros que lucharon por la valorización de la cultura afrobrasileña.
Este día fue escogido por ser la fecha de la muerte del líder Zumbi dos Palmares, símbolo de la lucha por la libertad y por el pueblo afrobrasileño.
En Perú, cada 4 de junio, desde el 2006, se celebra el Día de la Cultura Afroperuana, en honor al poeta decimista Nicomedes Santa Cruz.
Sin embargo, a pesar de haber alcanzado algunos progresos en los ámbitos legislativo, normativo e institucional, siguen manifestándose diversas formas de discriminación racial, marginación y exclusión, evidenciado en desigualdades estructurales en materia de derechos humanos, económicos y sociales.
Celebremos este día
El Día Internacional de los Afrodescendientes constituye una fecha para elevar los derechos y dignidades a personas que por siglos fueron desplazadas a las márgenes de la sociedad, y acumularon desigualdades generacionales que les ha impedido posicionarse como verdaderos sujetos de derechos y con iguales oportunidades y condiciones para su desarrollo en sociedad.
A pesar del escenario actual, se presenta como una oportunidad de afianzar las alianzas creadas y abrir nuevos espacios de lucha colectiva con otros movimientos afrodiaspóricos que consoliden el proyecto político emancipatorio afrodescendiente latinoamericano.