Una investigación multidisciplinaria de varias agencias de inteligencia de Estados Unidos concluyó que es “poco probable» que el llamado “síndrome de La Habana”, un cuadro de migrañas, náuseas, lapsos de memoria y mareo, sea originado por un agente extranjero.
Después de la publicación de algunos documentos desclasificados, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Burns, aseguró en un comunicado que esta investigación ha sido “una de las mayores y más intensivas de la historia de la Agencia”, por la complejidad del caso.
En el texto, el director de la agencia de espionaje se solidarizó con los afectados por este síntoma.
“Mi equipo de liderazgo y yo respaldamos firmemente el trabajo realizado y los hallazgos. Quiero ser absolutamente claro: estos hallazgos no cuestionan las experiencias y los problemas de salud reales que el personal del gobierno de los EEUU y sus familiares, incluidos los propios oficiales de la CIA, han informado mientras prestaban servicios a nuestro país”, subrayó Burns.
Este misterioso cuadro clínico reportado por primera vez entre funcionarios estadounidenses en la capital cubana en 2016, ha afectado a diplomáticos, funcionarios y familiares norteamericanos en el extranjero.
Eventos similares se han reportado en China, Austria, Alemania e incluso en Washington, donde funcionan los entes del gobierno estadounidense.
La investigación, que duró seis años e involucró a siete agencias de inteligencia y expertos en diferentes áreas, realizó experticias en más de 90 países en los que se instalaron sensores especiales para detectar cualquier anomalía, hasta la creación de modelos tridimensionales para identificar personas y edificios cerca de las sedes diplomáticas estadounidenses.
El documento publicado destaca que el origen de estos síntomas «pueden explicarse razonablemente por condiciones médicas o factores ambientales y técnicos, incluidas enfermedades no diagnosticadas previamente».
En el 2021, el presidente Joe Biden firmó la «Ley de La Habana», instrumento legal que ofrece ayuda a los diplomáticos estadounidenses y sus familiares que se vieron afectados por los conocidos “ataques sónicos”, ocurridos en la capital cubana hace siete años.
Investigaciones previas de la CIA, descartaron que estos síntomas fueran originados de una campaña de un país enemigo como Rusia, como se había especulado en foros de redes sociales.