Un nuevo estudio de la Universidad de Columbia reveló que el agua embotellada puede contener 100 veces más trozos de plásticos de lo que se estimaba anteriormente.
Los nanoplásticos son partículas tan pequeñas que pueden viajar a través de los tejidos del tracto digestivo o los pulmones al torrente sanguíneo, distribuyendo sustancias químicas sintéticas potencialmente dañinas.
Según el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, un litro de agua embotellada contiene un promedio de 140.000 partículas de plástico de siete tipos, de los cuales 90% fueron identificadas como nanoplásticos y el resto como microplásticos.
Estas partículas pueden variar desde menos de 5 milímetros hasta 1 micrómetro. «Debo decir que este estudio es sumamente impresionante. El trabajo que pusieron en esto fue realmente bastante profundo… Yo lo llamaría innovador», dijo Sherri ‘Sam’ Mason, directora de sostenibilidad de Penn State Behrend en Erie, Pensilvania.
Este nuevo hallazgo ratifica la vieja conseja de los expertos de beber agua directamente del grifo en recipientes de vidrio o acero inoxidable. Este consejo también se puede extender a los alimentos envasados en plásticos.
«Prácticamente de la misma manera que constantemente eliminamos células de la piel, los plásticos constantemente desprenden pequeños trozos que se rompen, como cuando abres ese recipiente de plástico para tu ensalada comprada en la tienda o un queso envuelto en plástico», afirmó Mason.
En 2018 se realizó un estudio que por primera vez detectó la existencia de micro y nanoplásticos en el 93% de las muestras de agua embotellada vendidas por 11 marcas diferentes en nueve países.
En esa oportunidad se descubrió que cada litro de agua contaminada contenía un promedio de 10 partículas de plástico más anchas que un cabello humano. Sin embargo, en aquél momento no había forma de analizar si habían más nanopartículas.
Según los expertos, los nanoplásticos son el tipo de contaminación plástica más preocupante para la salud humana. Esto se debe a que las partículas minúsculas pueden invadir células y tejidos individuales en órganos importantes, interrumpiendo potencialmente los procesos celulares y depositando sustancias químicas que alteran el sistema endocrino.