Siempre fue visto detrás de la monarca, incluso en las olimpiadas de Londres en 2012 la prensa especuló que se trataba de un actor, sin embargo, era un empleado real, Paul Whybrew, estuvo a su servicio durante 44 años y se convirtió en uno de sus mayores confidentes.
Ahora fue contratado por el Rey Carlos III para que revise los diarios de la fallecida Reina y decida que secretos se pueden contar sobre su vida y cuales no se deben contar.
Whybrew, fue tan cercano a Isabel que fue de los pocos que tenía permiso para acercarse a ella durante la pandemia.
Hasta ahora se conoce que la Reina escribía en cuadernos de cuero negro y que cada mañana pedía que se destruyera el papel secante utilizado la noche anterior, para que nadie pudiera llegar a descifrar el contenido.
Además, solo ella tenía la llave del cajón de su despacho donde guardaba su preciado cuaderno y solamente su esposo, hoy fallecido, Felipe de Edimburgo llegó a leer algunos de sus pensamientos.
Ahora, de todo eso que escribió durante más de 80 años, la persona de mas confianza tendrá acceso a ellos para decidir si su registro diario se hará público o permanecerá privado.
Confianza extrema
Whybrew tenía como tarea única y principal atender las necesidades diarias de la reina, desde despertarla para su desayuno, gestionar su correspondencia y sus llamadas telefónicas o recibir a sus visitas, hasta encargarse de sus perros.
En el palacio lo conocían como Tall Paul (Paul el alto) debido a sus 192 centímetros de estatura. Además de atenderla, también era privilegiado pues Isabel compartía su sentido del humor y lo invitaba algunas noches a ver la televisión o a ayudarla a terminar sus puzzles.
Isabel II le consideraba una persona tan leal que llegó a condecorarle con las insignias de la Real Orden Victoriana, que reconoce los servicios prestados a la monarca, refiere El País.
Su apodo servía para distinguirle de otro Paul, Paul Burrell, el antiguo mayordomo de la princesa Diana, a quien llamaban Paul el bajo.
Sin embargo, el parecido es solo del nombre pues, Paul Burrell traicionó la confianza de la princesa Diana desvelando muchos de sus secretos después de su muerte, algo de lo que nadie cree capaz a Paul el alto.
