El océano ya devoró el cementerio de Togoru, pequeña aldea de la isla más grande del archipiélago de Fiyi, cuyos habitantes temen tener pronto los pies en el agua, debido al calentamiento global.
Lavenia McGoon, de 70 años, y otros habitantes estaban allí cuando las tumbas quedaron sumergidas.
Apilan neumáticos bajo los cocos del paseo marítimo como protección improvisada. "Nadie puede detener el agua", aseguró.
La tierra firme desapareció: en 20 o 30 años se han perdido casi 55 metros. Fiyi, rodeado por las aguas del Pacífico, se prepara para el día en que la vida en las aldeas termine.
El gobierno estima que más de 600 municipios deberán ser evacuados y 42 aldeas ya están gravemente amenazadas. Más del 70% de los 900.000 fiyianos viven a menos de cinco kilómetros del paseo marítimo.
Por su parte, los 200 habitantes de Veivatuloa, a 40 kilómetros de la capital Suva, prueban todas las soluciones a su disposición.
El muro contra inundaciones, que protege el pueblo, resiste como puede y los residentes presionan regularmente al gobierno para que lo fortalezca.
Según una clasificación del Índice de Conservación de la Pesca Natural Amenazada, Fiyi es la 12ª pesquería más amenazada por el cambio climático de 143 países.
