Dormir en camas separadas aún siendo una pareja estable y sólida, de eso trata el «divorcio del sueño», una práctica que se implementa para mejorar la higiene del sueño de ambos miembros de la pareja.
Según una investigación realizada en Harvard, dormir separados evita soportar los ronquidos, personas inquietas que se mueven de más, termostatos corporales diferentes, distintos horarios de sueño e intranquilidad.
De manera que, “la oxitocina podría ser un factor neurobiológico que vincule las relaciones íntimas con el sueño y con la salud de ambos miembros de la relación”, afirma el estudio.
Por esta razón las relaciones estables y duraderas tienen una mejor calidad del sueño, pero es algo que no es aplicable al 100% de las parejas. Los expertos afirman que cada divorcio del sueño debe mirarse de manera independiente y, aunque el término puede resultar alarmante, puede ser necesario en algunos.
Ventajas
La doctora Rebecca Robbins, catedrática de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, afirma que esta práctica es útil para parejas en las que uno de los miembros padezca un trastorno como la apnea del sueño, por ejemplo.
En casos en que uno de los miembros de la pareja ronque, es una opción más que recomendable, al igual que cuando estamos ante personas con diferentes horarios de sueño.
Si físicamente es imposible dormir con la otra persona porque son incompatibles, puede ser un remedio para que la salud no se resienta.
Evita las discusiones en pareja.
Los contras
Es el primer paso para detectar que algo no va bien en la relación de pareja.
Puede provocar una pérdida de intimidad y un alejamiento que se vuelve insalvable con el paso del tiempo.
Puede ser una «red flag» que indique que existe una infidelidad.
Según el psicólogo clínico Michael Breus, conocido como el Doctor Sueño, no es necesario dormir separados todos los días, sólo en ocasiones.
“Algunas parejas duermen separadas cinco días a la semana y luego juntas los fines de semana», dice, y asegura que la clave es la de cualquier otra práctica de pareja: hablado y consentido por ambas partes.
De manera que antes de aplicar este método en la relación es necesario consultarlo con un experto y que ambos miembros de la pareja estén de acuerdo.
