El Hannibal Lecter japonés: Issei Sagawa asesinó, violó y se comió a una compañera de estudios

Tras los hechos ocurridos en Francia en 1981, esta celebridad del mal, tras estar cuatro años en una clínica psiquiátrica en Francia fue deportado a Japón pero sin ninguna orden de arresto y unos meses después, en el juicio, Sagawa fue declarado inimputable por demencia.

«El canibalismo se alimenta del deseo fetichista», dijo Sagawa, hijo de una acaudalada familia nipona, quien estudiaba Literatura en La Sorbona de París cuando cometió el horrendo crimen.

Recuerdan los medios locales que el delincuente ya en Tokio había experimentado cierto gusto por juegos macabros que realizaba con prostitutas y el concepto del canibalismo le interesó desde que conoció a través de libros cómo algunas culturas antiguas lo realizaron para ceremonias de culto.

«Esa fascinación se unió a una nueva obsesión en París: Renée Hartevelt, una compañera de universidad holandesa, de 25 años, a la que le declaró su interés amoroso. Pero la joven nunca le correspondió», publicaron los medios.

En ese contexto, el 11 de junio de 1981, Sagawa llevó a cabo el crimen. «Quería conocer el sabor de la carne humana. Primero intenté besarla, como ya había hecho otras veces, pero la chica se negó». Así que el hombre regresó con una escopeta que tenía guardada y le disparó por la espalda.

Luego, abusó del cuerpo de la fallecida y lo cortó en pedazos, supuestamente para deshacerse de él. Finalmente, terminó comiendo algunas de las partes, algunas cocidas, otras crudas. «La carne se deshacía en mi boca como el sushi», fue alguno de los detalles que dio.

«Quería conocer el sabor de la carne humana, la carne joven y bella», le dijo décadas después a una reportera de The Guardian en un café de Tokio. «Cuando te enamoras, realmente quieres besar a la persona».

«Esto es lo mismo, solo quería probarla. Soy un caníbal. Es una obsesión», confesó el hombre, quien fue descubierto días después del asesinato, cuando dejó el cuerpo mutilado de Hartevelt en un parque, dentro de dos maletas.

El taxista que lo llevó hasta el lugar y que lo ayudó a cargar el pesado equipaje lo identificó ante la policía. «¿Qué llevas adentro? ¿Un cadáver?», le había preguntado el chofer desconociendo la realidad y sorprendido por el peso.

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