El JOMO es el nuevo FOMO: y es vital para desconectarse

En la era de las redes sociales es importante desconectarte un poco de la realidad. Hace varios años nació el FOMO (Fear of Missing Out), el temor de perderte cosas y planes que los demás disfrutan y te restriegan convenientemente desde su Instagram o Facebook. Ahora está de moda el JOMO (Joy of Missing Out), el placer de perdernos planes de los que participa gente de nuestro entorno.

Se trata de una ansiedad intensa por sentirte fuera de la pomada que también puede llevar al consumo compulsivo, en este caso más cultural que social, de series, películas, libros, para estar al cabo de la calle.

En mayor o menor medida, todos nos podemos sentir identificados con una emoción que no es monopolio de “influencers” y adolescentes.

Los que apuestan por esta filosofía del JOMO consideran que hemos perdido el norte y el gusto por disfrutar lo que tenemos delante y que no hay tiempo que perder para revertir la situación, refiere El País.

Según Paula Gutiérrez, de Dovela Psicología, «el placer encontrado en el JOMO estaría relacionado con la autopercepción de autonomía, con el enorme logro que supone que nuestra sensación de valía sea independiente de la confirmación externa».

Hasta el momento, la mayoría de estudios en Estados Unidos (EEUU) se ha realizado en torno al FOMO y su efecto en la salud mental de los yonquis de la tecnología.

Sin embargo, hay una corriente creciente en ese país que defiende los beneficios del JOMO. Tal y como ha publicado “The Conversation”, algunos de esos hallazgos se produjeron de manera accidental.

En el mes de octubre de 2024, miles de millones de personas por todo el mundo se quedaron de forma simultánea sin acceso a sus cuentas de redes sociales por el “apagón” que sufrió la compañía Meta. Un fallo técnico mantuvo a los usuarios apartados durante seis horas de Facebook, Instagram y WhatsApp.

Durante los siguientes dos días, un grupo de investigadores rastreó Internet en busca de las experiencias emocionales de los millones de ciudadanos que se vieron privados de su particular “droga” de forma imprevista, refiere La Razón.

El resultado fue que muchas personas manifestaron su estrés por lo sucedido, pero, al mismo tiempo, se hizo evidente que hubo una sensación general de alivio e, incluso, sensaciones positivas por el “apagón”, es decir el JOMO había nacido de manera orgánica y espontánea y fue bien recibido.

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