La empresa Loop Biotech desarrolló un ataúd a base de hongos –son los mayores recicladores del planeta- para que “en lugar de simplemente morir, ahora el cadáver siga prosperando como una nueva planta o árbol”.
Bob Hendrikx, el fundador de la empresa, tiene 29 años y aseguró que su producto “trae una nueva narrativa en la que podemos ser parte de algo más grande que nosotros mismos”.
Para completar la presentación en las ceremonias funerarias, puede colocarse musgo dentro de los ataúdes, a manera de colchón para el cadáver.
Para fabricar los ataúdes biodegradables ponen micelio —la estructura radicular de los hongos— y fibra de cáñamo en un molde especial. En una semana, la mezcla se endurece para formar lo que básicamente podría compararse con una especie de sarcófago egipcio, pero sin pintar.
Hay que recordar que los ataúdes tradicionales de madera provienen de árboles que pueden tardar décadas en crecer y años en descomponerse en el suelo. Según sus promotores, esta nueva opción se biodegrada y entregan los restos a la naturaleza en apenas un mes y medio.
Durante una presentación reciente, en la que vestía una camiseta con la leyenda “Yo soy composta”, Hendrikx comentó que en la actualidad “cultivan” 500 ataúdes o urnas al mes que se envían a toda Europa.
Según el fabricante, ahora se han puesto de moda en los países nórdicos.
“En los países del norte de Europa hay más conciencia sobre el medio ambiente así que conocen y entienden los hongos, cómo funcionan, cómo son parte del ecosistema”, aseguró.
Para quienes prefieren la cremación, la empresa también ofrece una urna del mismo material, de la cual sobresale una plántula de árbol. La urna se puede enterrar y, cuando se desintegra, permite que las cenizas ayuden a darle vida al nuevo árbol.
Cada uno de estos ataúdes cuesta 1.060 dólares y una urna, 212 dólares.
