En China no hay fosas para tanta gente

Autoridades chinas están lidiando con un problema a lo largo y ancho del país: no hay más espacios en los cementerios para enterrar a los seres queridos, cuyo precio por metro cuadrado se ha disparado y que supera al de los apartamentos de lujos de las grandes urbes asiáticas.

En el segundo país más poblado del mundo, en el que viven casi 1.800 millones de personas, encontrar un lugar para los difuntos se está convirtiendo en un problema de salud pública. Cada año se ocupan cerca de tres millones de lotes y desde el 2022 ya no quedan lugares disponibles.

Empresas del sector ofrecen los pocos espacios que quedan en los campos santos por al menos en 120.000 dólares el metro cuadrado, costo que muchos de los ciudadanos no pueden costear.

Ante este escenario los responsables chinos están animando a la población a que echen a sus difuntos al mar, incluso, gobiernos locales están ofreciendo dinero a quien viaje a la costa para esparcir los restos de un ser querido.

El medio británico “The Guardian” publicó la historia de Xiao Hu, que abandonó el negocio familiar de excursiones en barco la isla de Zhoushan, en la provincia de Zhejiang, para dedicarse exclusivamente a los traslados funerarios.

A pesar de que este problema es de vieja data, el interés de esparcir los restos de un difunto en el mar ha crecido a un ritmo vertiginoso en los últimos meses, y que en regiones de bajos recursos se ha convertido en la única opción viable.

La empresa de Xiao Hu cobra alrededor de 1.400 dólares por el servicio, el cual incluye alternativas más respetuosas con el medio ambiente ya que las urnas se descomponen con el pasar del tiempo para que los restos se hundan en el mar.

El precio del servicio de Xiao es hasta nueve veces inferior al precio promedio de los pocos espacios disponibles en los cementerios.

Expertos del tema afirman que el boom de las nuevas construcciones urbanísticas y una población cada vez más envejecida son las principales razones de esta modalidad.

Ya en la ciudad de Suzhou, ubicada en la costa oriental china, la oficina de asuntos civiles puso a disposición de sus habitantes un barco para estos viajes. Se le entregó alrededor de 240 dólares a cada familia que participó en el entierro masivo de 79 seres queridos.

“Quiero que echen mis cenizas al mar”, aseguró Hu Pei, un shanghainés de 50 años. “Así mi familia no tendrá que gastar dinero en un funeral costoso”. 

Hu se refiere a la tradición de “Todos los Santos chino”, que fue reinstaurado en 2008 después de que Mao lo prohibiera. El máximo líder previendo el problema a futuro sobre la población en los campos santos, ordenó que todos los cuerpos fuesen incinerados.

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