De acuerdo con el renombrado psicoanalista británico John Bowlby, las interacciones que se tienen con los cuidadores durante la niñez dejan una impronta duradera en la manera en la que la persona se relaciona en la adultez.
Esta teoría del apego, que ha perdurado desde mediados del siglo pasado, brinda una visión única para comprender la selección de la pareja, y porque muchas veces se permanece en una relación, aún cuando las condiciones no son adecuadas ni sanas.
¿Qué son los apegos de la infancia?
Bowlby identificó cuatro tipos de apego que se forjan en la niñez y que configuran nuestras relaciones futuras. Estos son: el ansioso, el evitativo, el seguro y el desorganizado. Cada uno de ellos refleja diferentes modalidades de vinculación con los cuidadores y dejan una marca indeleble en nuestro ser.
1. Apego ansioso: la búsqueda constante de seguridad
Si te identificas con este tipo de apego, es probable que busques de manera constante la aprobación y la cercanía de tu pareja. Experimentas inquietud cuando no estás junto a ella, temes ser rechazado/a y necesitas una validación constante de tu valía. La ansiedad y el miedo a la soledad son sentimientos recurrentes en tu vida amorosa.
2. Apego evitativo: la independencia a toda costa
Las personas con este tipo de apego tienden a ser altamente independientes emocionalmente. Prefieren mantenerse a distancia de relaciones profundas y evitan mostrar vulnerabilidad. No les preocupa demasiado la aprobación de los demás y pueden sentirse incómodas ante demostraciones de afecto intensas.
3. Apego seguro: la confianza en uno mismo y en los demás
Aquellos/as con un apego seguro poseen una sólida autoestima y se sienten cómodos/as expresando sus emociones. No temen la intimidad ni la cercanía emocional y suelen comunicarse de manera abierta y directa con sus parejas. Disfrutan tanto de la compañía como de la soledad y confían en su capacidad para resolver conflictos.
4. Apego desorganizado: entre la búsqueda y la huida
Este tipo de apego es una amalgama entre el ansioso y el evitativo. Quienes lo experimentan pueden alternar entre la necesidad desesperada de cercanía y el rechazo repentino de la misma. Se sienten atrapados/as en un vaivén emocional que dificulta la estabilidad en sus relaciones.
Entender los apegos de la infancia puede constituir el primer paso hacia relaciones más saludables y satisfactorias. Identificar los patrones de comportamiento permite trabajar en ellos y construir vínculos amorosos más sólidos y enriquecedores.
Es por eso que al sentirse identificado con cualquiera de estas características, es importante buscar ayuda profesional. La infancia no determina el destino, pero puede iluminar el camino hacia una vida amorosa más plena.