Una primera investigación reveló que en las zonas de locales nocturnos en Bogotá se arrojaron 94 millones de colillas de cigarro al año por lo que decidió ampliar la investigación y estudiar el impacto que generan los vapeadores, o cigarrillos electrónicos, en el país.
La oficina de Gestión Sostenible de los Recursos Naturales de la Universidad Piloto de Colombia, adscrita al Ministerio de Educación, indicó que el mercado de los vapeadores generó más de US $390.000, ya que el 20% de los unviersitarios consumen vapers y cigarrillos.
La llegada del cigarrillo electrónico fue publicitada como un método persuasivo para dejar el cigarro a base de nicotina, sin embargo, «vapear» no es menos dañino que el cigarro tradicional y se ha descubierto que genera un considerable impacto ambiental.
El estudio fue realizado con el método estándar internacional para evaluar las sustancias tóxicas en el ambiente. En este caso se utilizaron semillas de lechuga y tres marcas de líquidos vapeadores que se venden en el mercado.
Se usaron varios ensayos con papel humedecido con diferentes concentraciones de la sustancia disuelta en agua y se pusieron semillar a germinar en un ambiente controlado.
Luego de tres días, se extrajeron las muestras y se midió el progreso de los germinados y el crecimiento de sus respectivas raices y tallos.
Los resultados fueron alarmantes: se demostró que en pequeñas cantidades de líquido vapeador que llegan al agua, o al suelo, pueden ser tan tóxicos como el arsénico y casi como el cianuro.
“Entre más tóxica sea una sustancia, más detrimento causa a las células semilla, dañando su mecanismo de germinación e inhibiendo su crecimiento, de forma parcial o total”, señaló William Lozano, docente de la facultad y líder del estudio.
El especialista aseguró que el primer paso para mitigar los efectos de estos agentes contaminantes es conocer el impacto que generan en el ambiente. Además, invitó a las instituciones universitarias a profundizar las investigaciones ya que no sólo se comprobó que genera afecciones a a la salud, sino que ahora sabemos que puede ser una amenaza para el desarrollo de la vida en el ecosistema