Esta semana un equipo liderado por Michiru Hirasawa, de la Universidad de Terranova en Canadá, publicó un estudio en el que se investiga la relación entre la inflamación del hipotálamo, la sensación de hambre y las dietas altas en grasas.
El hipotálamo es una parte del cerebro que regula el balance de energía.
El estudio reveló que las dietas ricas en grasa hacen que la prostaglandina E2 (PGE2), la molécula que regula procesos del sistema inmune, como la fiebre, active en el hipotálamo la hormona MHC, que nos hace sentir apetito.
Esto puede explicar la razón por la que una inflamación cerebral puede ocasionar aumentos de peso y en otros casos, una pérdida considerable.
Es decir, si se encuentra una concentración alta, la PGE2 quita el apetito, y por el contrario, si es menor la concentración, la incrementa.
Para los ensayos, los investigadores eliminaron los receptores es la PGE2 en las neuronas MHC en ratones, de esta forma lo animales quedaban «protegidos» frente a la obesidad o el hígado grado que provoca la inflamación del hipotálamo asociado a una dieta alta en grasas.
Sin embargo, Hirasawa reconoció que no es fácil predecir el resultado de una inflamación, «porque la intensidad baja o alta es relativa, puede ser aguda o crónica e involucrar a muchos órganos, células y moléculas diferentes”.
Además, aunque produzca distintas dolencias, reducir la inflamación puede aliviar ambos síntomas, agregó la investigadora. Es por ello que recomienda cualquier estrategia para lograrlo.
Una opción recomendada es aplicar la dieta mediterránea ya que es antiinflamatoria y ayuda a reducir peso en las personas con obesidad.
Aunque Hirasawa advierte que es importante saber el momento en el que se aplican tratamientos antiinflamatorios ya que la inflamación «también es necesaria para nuestro funcionamiento diario, por ejemplo, curando heridas o combatiendo infecciones», agregó.
De acuerdo a algunas proyecciones, en menos de diez años se estima que el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres tendrán sobrepeso.
Hirasawa sostiene que sus hallazgos «pueden llevarnos algún día a tratamientos antiobesidad”.