Un estudio reveló que los lobos que deambulan por la zona de exclusión de Chernobyl, Ucrania, han desarrollado genomas resistentes al cáncer que podrían ser la clave para combatir la enfermedad.
Estos animales que se criaron de forma silvestre, lograron sobrevivir los altos niveles de radiación que se registran en la zona, luego del catastrófico accidente nuclear que ocurrió en 1986.
Después del accidente se acordonó un perímetro de 1.000 millas cuadradas para evitar que la radiación tuviera impactos en los humanos y 38 años después, la flora y la fauna han resistido y se han recuperado en el área del siniestro, incluídas las manadas de lobos que no parecen haberse visto afectadas.
En el año 2014 la bióloga evolutiva de la Universidad de Princeton, Cara Love, entró junto a unos colegas a la zona de exclusión para colocarle a los lobos collares GPS con densímetros.
Además tomaron muestras de sangre para comprender sus respuestas a la radiación que causa el cáncer.
“Con los collares especializados, los investigadores pueden obtener mediciones en tiempo real de dónde están los lobos y a cuánta radiación están expuestos”, dijo Love.
Los investigadores pudieron comprobar que los lobos estuvieron expuestos a 11,28 milirem de radiación diariamente durante su vida, más de seis veces el límite legal de seguridad para los humanos.
Además, encontraron que el sistema inmunológico de los lobos de Chernobyl parecía diferente al de los lobos normales, similar al de los pacientes con cáncer que reciben tratamiento de radiación.
Love identificó regiones específicas del genoma del lobo que parecen ser resistentes a un mayor riesgo de cáncer; estos resultados podrían ser clave para examinar cómo las mutaciones genéticas en humanos podrían aumentar las probabilidades de sobrevivir al cáncer.
Los llamados perros de Chernobyl son descendientes de las mascotas de los antiguos residentes, que también pueden poseer una resistencia al cáncer similar, aunque no han sido estudiados de la misma manera.
