El Estudio de Diferencias Intrafamiliares en EEUU -una investigación longitudinal financiada por el Instituto Nacional de la Edad- reveló que 75% de las madres tiene vínculos más estrechos con una hija o hijo en particular y eso conlleva consecuencias.
Las investigaciones sugieren que el favoritismo de los padres es sorprendentemente común y que en lugar de ser simplemente una peculiaridad de la vida familiar, puede ser realmente dañino.
«Sucede en aproximadamente el 65% de las familias y ha sido identificado y estudiado a través de muchas culturas diferentes. Está tan generalizado que puede impactar el bienestar de los niños a lo largo de sus vidas, desde la niñez hasta la edad adulta y más allá», publicó la BBC.
Al favoritismo por un hijo en especial se le considera un factor muy importante en una amplia gama de problemas emocionales que los psicólogos le han dado un nombre: Trato diferencial parental o TDP.
Laurie Kramer, profesora de Psicología Aplicada de la Universidad Northeastern, en Estados Unidos, explicó que es una experiencia que la mayoría de las personas tienen y los hermanos lo pueden ver.
Para la persona que siente que ha sido tratada como segunda opción, las consecuencias pueden ser profundas.
Esa percepción de favoritismo parental ha sido asociada con baja autoestima en los niños, ansiedad, depresión y problemas de comportamiento durante la niñez, incluídas las conductas arriesgadas.
También podría tener un efecto secundario sobre el bienestar emocional, lo que produce otros problemas indirectos. Por ejemplo, investigadores en China han demostrado que el favoritismo parental puede predecir la adicción al teléfono móvil entre los adolescentes.
El impacto sobre la salud mental puede persistir en la adultez. Por ejemplo, el favoritismo maternal se asocia con altas tasas de depresión en hijos adultos.
El trato preferencial no siempre es consciente y puede empezar con el hecho de que que uno de los hijos sea más fácil de criar, que estén más conectados, o que encuentren similitudes entre ellos”.
Sus investigaciones con adolescentes y sus padres han mostrado que las familias no tienden a hablar de este tema, lo que hace más difícil resolver heridas o malentendidos.
“Si estas situaciones se abordaran de una forma sensible, sin que nadie se diera por aludido o sintiera que es su culpa, se podría tener una conversación más abierta entre todos los involucrados para comprender qué está pasando”, expresa Kramer.
“Hemos encontrado que el favoritismo está asociado a síntomas de depresión más elevados en niños favorecidos. Creemos que se debe a que ser la criatura favorita de la madre crea un conflicto en su relación como preferido con sus hermanos. Encontramos que esta tensión con los hermanos en la adultez tiene consecuencias en el bienestar psicológico”.
La experta recomienda tener una mayor conciencia para evitar causar situaciones injustas. Los hijos pueden aprender los patrones de favoritismo y, como adultos, aplicarlos a su propio estilo de crianza y relaciones.
