Hoy, a 70 años de su muerte, el mito de Evita Perón sigue vivo. Y comparte el mausoleo de los ídolos argentinos con el Che Guevara y Maradona.
Su carácter de figura masiva permanece y es permanentemente reciclado por la sociedad argentina y la mitología popular global. Eso, a pesar de que su figura política sigue despertando sentimientos encontrados: la cúspide de la idolatría o el desprecio por su figura.
“Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva / única reina que tuvimos, loca / que arrebató el poder a los soldados”, escribió la escritora, su compatriota, María Elena Walsh en 1982.
La imagen de esta mujer de cabello rubio -como mujer detentora de poder- ha sido utilizada para bien y para mal, incluso por algunas corrientes del llamado peronismo.
Anne-Kerstin Tschammer, autora de “El mito de Evita: estrella de la política y santa popular”, explicó que su ascenso legendario desde la pobreza hasta la cima del poder y su muerte trágica, en plena juventud, son algunos de los factores que explican el fenómeno.
“Su carisma reunía aspectos tan contradictorios que todavía hoy se proyectan en ella los más diversos anhelos”, dijo. Además aseguró que Eva Perón logró una legitimación de la mujer en la sociedad que hoy sigue influyendo en la cultura política argentina.
El periodista argentino Gabriel Cocimano dice que el mérito de Evita es que hizo visible a un sector postergado de la sociedad argentina y también a la mujer, que aún no reclamaba su derecho a participar en la sociedad.
“La abanderada de los humildes fue una Robin Hood del siglo XX y también una Cenicienta”, sentenció.
Eva Duarte fue hija ilegítima y su infancia estuvo signada por la pobreza y el anhelo de ser reconocida por su padre.
Se casó con Juan Domingo Perón en 1945, y un año más tarde comenzó en su rol de primera dama. Fue la impulsora del voto femenino en Argentina, una ley sancionada en 1947.
Analistas consideran que Evita reflejó las ambivalencias del peronismo y fundamentó una sólida alianza con las masas a partir de su figura de mediadora entre el poder y los marginados: “santa y revolucionaria”.