Para entrar a Garçons, la última sensación nocturna de la ciudad de Nueva York, los clientes deben demostrar que tienen un saldo bancario de al menos 50,000 dólares.
La medida ha encendido un debate sobre la riqueza, los privilegios y las divisiones de clases. Algunos consideran un paso más hacia la «división» social, ha llevado la vida nocturna de la ciudad a niveles de opulencia sin precedentes.
Los clubes nocturnos de Nueva York han sido siempre terrenos de juego para la élite adinerada, con servicios de botellas de lujo y secciones VIP reservadas para los ricos.
Tradicionalmente, la cuerda de terciopelo ha simbolizado esta separación de estatus, pero la nueva política de Garçons lleva esta exclusividad a un nuevo extremo, enviando un mensaje «errado» para muchos neoyorquinos.
Las reacciones a la nueva política de Garçons han sido diversas. Algunos aplauden la postura audaz del club sobre la exclusividad, mientras que otros la condenan por considerarla fuera de contacto con la realidad y elitista. Los detractores argumentan que tales políticas perpetúan una cultura de desigualdad y marginación.
Aunque la exclusividad siempre ha sido un distintivo de los locales de lujo, la introducción de requisitos tan restrictivos plantea serias cuestiones sobre la inclusión y accesibilidad en los espacios sociales.
A medida que la vida nocturna de Nueva York continúa evolucionando, queda por ver si establecimientos como Garçons redefinirán los límites de la exclusividad o si afianzarán aún más las divisiones de clases existentes.