Todos los 20 de junio se celebra desde 2016 el día Mundial del WiFi, una iniciativa mundial para reducir la inmensa brecha digital aún existente en un mundo interconectado.
Hace 23 años el consorcio Wireless Ethernet Compatibility Alliance introdujo el estándar inalámbrico 802.11b, que hoy conocemos como WiFi, que se masificó rápidamente por los fabricantes de Hardware y revolucionó el internet.
En el año 2011, los relatores para la Libertad de Expresión de la Organización de Naciones Unidas, declararon el acceso a Internet como un Derecho Humano, considerando que más que un servicio es un derecho, e instaron a todos los gobiernos a garantizar el acceso a la red.
La situación en América Latina y el Caribe no es alentadora, según datos del Banco Mundial, menos del 50% de la población tiene conectividad de banda ancha fija y solo 9,9% cuenta con fibra de alta velocidad en sus hogares.
Sin embargo, pese a que el 87% de la población se encuentra dentro del alcance de una señal 4G, su uso y penetración siguen siendo bajos. En las zonas rurales, por ejemplo, 4 de 10 latinoamericanos tiene acceso a internet a diferencia del 71% de las zonas urbanas.
En latinoamérica, Chile, Puerto Rico, Bahamas, Uruguay y Argentina son los países con mayor acceso a internet, en contraste con El Salvador, Belice, Nicaragua, Guyana y Haití, donde menos del 40% de la población tiene acceso a la red.
Una de las lecciones que nos legó la pandemia es la conciencia sobre la importancia de la conectividad para el desenvolvimiento de las personas en un contexto crítico. El home office, las clases virtuales, las entregas a domicilio y la banca virtual fueron ámbitos vitales, que pusieron en el tapete la necesidad imperativa de masificar el acceso a este servicio.
Por otra parte, las redes sociales se han convertido en el principal medio para que los niños y adolescentes se puedan relacionar. De hecho, para el 87% la principal fuente de entretenimiento es la plataforma YouTube, según la empresa de data Askids.
Abordar esta brecha digital requerirá de acciones políticas por parte de los gobiernos, para ampliar el acceso y lograr una mayor participación; y si bien es cierto que los efectos de la pandemia han mermado, el mundo necesita prepararse para futuros retos sanitarios.
