Es cierto que nadie se confía 100% de la limpieza y desinfección de los baños públicos y es por esto que normalmente se evita sentarse en el retrete del baño. Sin embargo, algunos recomiendan no seguir con esta práctica.
«Para no tocar la poceta del baño, se ocupan todos los músculos del cuerpo, mientras se hace una sentadilla y esto perjudicaría a cientos de mujeres que realizan esta práctica». publicó el portal servicios13.com.
Según el texto, 30 y 40% de tus músculos adoptan una posición bien contraída cuando intentas no tocar la poceta y lo normal es que los tejidos que rodean la vejiga se relajen para que así se vacíe por completo.
«Cuando vuelvas a ponerte de pie, quedará un poco de orina dentro porque los músculos no se relajaron por completo», explicó a la revista Health la Dra. Carol Figuers, experta en terapia física.
Esta orina residual, por muy poca que sea, se podría escapar cuando menos lo esperas, especialmente si contraes tu abdomen repentinamente, como cuando estornudas, toses, te ríes o saltas.
Además, la acumulación de líquido podría irritar las paredes internas de la vejiga, haciendo que vayas a orinar más seguido o que sientas más urgencia, explicó la experta.
Sin embargo, hay que recordar que la OMS describe que la falta de higiene es uno de los factores principales de riesgo para adquirir enfermedades infecciosas.
Si tenemos en cuenta que los principales microbios -micrococos, estreptococos o las enterobacterias- que viven en los pocetas están relacionadas con diferentes patologías de la piel, problemas en el tracto intestinal y el tracto urinario, tiene todo el sentido del mundo pensar que los baños públicos son el escenario perfecto para contraer una enfermedad.
Incluso más si sabemos que en un solo gramo de nuestras heces puede haber hasta un trillón de gérmenes, según una investigación de la Universidad de Groninga, así que el uso de baños públicos queda a discreción siempre y cuando no sea una emergencia.
