El gobierno municipal de Yokohama, en Japón, lanzó una «división de apoyo a hikikomori» en abril de 2022 y ahora planea brindarles atención a través de líneas directas.
El término hikikomori se refiere tanto a la condición como a quienes la padecen y fue acuñado por el psicólogo japonés Tamaki Saito en su libro «Aislamiento social: una interminable adolescencia» (1998).
En la ciudad japonesa al sur de Tokio –un puerto de comercio exterior histórico- hay aproximadamente 20.000 personas entre 40 y 64 años, que no tienen ninguna enfermedad o discapacidad y que han dejado de salir durante al menos seis meses, según una encuesta realizada por el gobierno local.
Casi 40% de los residentes en estado de «hikikomori» dijo que su condición comenzó cuando comenzaron a evitar salir de casa en medio de la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, la medida de atención telefónica de apoyo podría no ser una solución muy determinante ya que alrededor de 60% de los considerados hikikomori dijeron en la encuesta que no podría expresar sus sentimientos a la otra persona y les preocupa lo que preguntarán.
Un funcionario de la ciudad comentó: «Hemos aprendido que existe un obstáculo psicológico para que las personas utilicen los programas de consulta pública. En el futuro, trabajaremos para enviar información de forma activa sobre nuestros sistemas de apoyo».
No es un “trastorno endémico”
Un tema controversial pero habitual en las investigaciones sobre los hikikomori es la influencia de la tecnología moderna en el aislamiento. Aunque todavía está lejos de establecerse cualquier vínculo potencial entre estos dos fenómenos, analistas advierten que la «generación perdida» de Japón puede ser un llamado de atención sobre tipos de sociedades cada vez más desconectadas.
Takahiro Kato, profesor de psiquiatría en la Universidad de Kyushu, en la región de Fukuoka, y estudioso del hikikomori, comentó que «en Japón hay un refrán muy famoso: un clavo saliente se romperá pronto».
Las rígidas normas sociales, las altas expectativas de los padres y la cultura de la vergüenza hacen que la sociedad japonesa sea un caldo de cultivo de sentimientos de incompetencia y el deseo de querer esconderse del mundo», explicó.