Hay muchos destinos que capturan la imaginación y evocan sentimientos de misterio y curiosidad, y muchos de ellos han dado pie al turismo oscuro. La Isla de las Muñecas es uno de estos, ya que ha sido objeto de numerosas historias y leyendas que dieron lugar a su reputación inquietante. Sin embargo, detrás de las muñecas colgantes, hay una historia fascinante que se entrelaza con la cultura local y la percepción de lo sobrenatural. Ya sea que creas o no en lo místico, la Isla de las Muñecas es un testimonio de cómo la capacidad de contar historias dan forma e identidad a un lugar.
¿Qué es la Isla de las Muñecas?
La Isla de las Muñecas, conocida localmente como Isla de las Muñecas Encantadas o Isla de las Muñecas Malditas, es una chinampa ubicada en los canales de Xochimilco, al sur de la Ciudad de México. Lo que hace a este lugar único y espeluznante son las más de 2500 muñecas de todo tipo colgadas sobre los árboles y las construcciones, creando un entorno un tanto aterrador.
¿Por qué? Porque la mayoría está desnuda, descuidada o rota. Pocas veces tienen cabello o los ojos en órbita, igualmente, sus ropas están sucias y viejas o bien, parecen haber sido jugadas por muchos niños y luego, olvidadas. Esto es lo que las hace espeluznantes y dan la impresión de ser malignas o de estar embrujadas, pero en realidad son sólo juguetes viejos.
¿Cuál es la historia de la Isla de las Muñecas?
La leyenda detrás de la famosa isla es muy conocida por los habitantes de Xochimilco, quienes narran que una niña se ahogó al enredarse en los lirios de los canales. al ser pequeña no pudo salir y su cuerpo fue encontrado por el entonces propietario Don Julián Santana, flotando en la orilla de una chinampa, pero lo curioso es que sostenía una muñeca, la cual parecía no despegarse de ella. Don Julián le retiró el juguete y avisó a las autoridades, pero él contaba que el espíritu de la niña iba a espantarlo con gritos y quejidos, por lo que empezó a colgar muñecas para complacerla y para disculparse por haberle quitado su muñeca.
No obstante, cada una de las muñecas que le dejaba terminaban flotando en el canal o en la basura. Él creía que a la pequeña no le gustaban, pero aún así, él siempre salía a recogerlas y colgarlas otra vez.
Algunas personas dicen que las muñecas poseen el alma y vibras de sus dueñas, por lo que crean una sensación de terror. Hay quien asegura que a veces se mueven o que sus ojos siguen a los visitantes, incluso hay quien dice que pueden susurrar entre sí y que las han escuchado. Don Julián falleció en 2001, pero cuentan que su espíritu permanece ahí, junto con el de la niña, entre las múltiples muñecas.
¿Cómo puedes visitar la Isla de las Muñecas?
Con el tiempo, la Isla de las Muñecas se ha convertido en un atractivo turístico popular. La curiosidad por el lado oscuro de la isla ha atraído a viajeros de todo el mundo por el aura inquietante del espacio. Uno de los visitantes más emocionados por conocer el lugar fue el director Tim Burton, que asistió en 2012 para conocerla, pues estaba inquieto por echarle a un vistazo a algo tan “espeluznante” y cotidiano en la vida del país.
En fin, para llegar a la Isla de las Muñecas sólo debes llegar al embarcadero de Xochimilco y tomar una trajinera, misma que pasa por la parte delantera de la isla, pero no hay desembarco. Otra opción es acercarse a un guía local que lleva a grupos o de manera individual.
Es importante recordar que, al visitar la isla, se debe tener respeto por el espacio, por las muñecas y por la historia, ya que el origen de todo se remonta al fallecimiento de una niña pequeña.
¿Cuánto cobran por ir a la Isla de las Muñecas?
Una trajinera en Xochimilco —que tiene una capacidad máxima de 18 personas— cobra $ 600 la hora, ya que es el precio oficial expedido por la Secretaría de Turismo en Xochimilco. Una visita en trajinera a la Isla de las Muñecas cuesta $3000 partiendo del embarcadero de Cuemanco, que es considerado ecológico porque sus paseos son en el área de reserva ecológica de Xochimilco. La entrada a la isla en caso de desembarcar es de 70 pesos (4,20$)
Texto original de Marcela Ortiz-Rubio para admagazine