Un estudio publicado en la revista Science ha arrojado luz sobre un intrigante proceso en el cerebro de mamíferos, incluidos los seres humanos, que selecciona y almacena experiencias vividas durante el día como recuerdos a largo plazo mientras dormimos.
El trabajo de investigación, liderado por el doctor György Buzsáki y su equipo en NYU Langone Health, ha utilizado modelos de roedores para indagar cómo el cerebro decide qué memorias retener y cuáles descartar.
El estudio se centró en el análisis de patrones específicos de activación celular en el hipocampo, denominados «ondas agudas», las cuales marcan experiencias relevantes para su posterior almacenamiento en la memoria a largo plazo durante el sueño.
A través del empleo de electrodos implantados en los cerebros de los ratones, los investigadores monitorearon la actividad neuronal mientras los roedores se movían a través de un laberinto en busca de una recompensa de azúcar. Observaron que ciertas ondas se repetían hasta 20 veces precisamente cuando los ratones hacían pausas para disfrutar su premio.
«El cerebro decide por sí solo», explicó Buzsáki, destacando la naturaleza subconsciente de este proceso durante la vigilia. Además, el estudio sugiere que ciertas acciones, como tomar pausas después de una experiencia, podrían facilitar la creación de recuerdos perdurables al permitir la manifestación de estas ondas agudas.
La relevancia de este estudio no solo reside en su aplicación a la neurociencia y la psicología, sino también en sus implicaciones prácticas en la vida diaria. «Si ves una película y deseas recordarla, es preferible dar un paseo después», aconsejó Buzsáki, resaltando cómo la estructura de nuestras actividades cotidianas podría influir en nuestra capacidad para formar recuerdos duraderos.
Diversos expertos, como la colaboradora Daniela Schiller de la Escuela de Medicina Icahn y Daphna Shohamy del Instituto Zuckerman de la Universidad de Columbia, han subrayado la importancia de observar las ondas cerebrales en estados de reposo y cómo las pausas conscientes pueden optimizar nuestra capacidad para almacenar recuerdos significativos.
Aunque las investigaciones se realizaron en ratones, los procesos cerebrales implicados se mantienen casi sin cambios a lo largo de la evolución de los mamíferos, lo que sugiere fuertes paralelismos con los humanos, según informó NBC News.