El ser humano para poder explorar el espacio exterior tuvo que ataviarse de innumerables artilugios para sostener su vida, a través de los años han mejorado la capacidad de adaptación a través de la tecnología, sin embargo ¿Qué pasa con los procesos corporales, como el sexo?.
Nunca antes hubo un esfuerzo académico por estudiar este aspecto central de la vida, que no solo se traduce en gozo, sino en creación, que es el pináculo de la vida.
Es por ello que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) ha decidido estudiar seriamente el sexo en el espacio, una tarea pendiente.
El año pasado hubo una acercamiento al tema, a raíz de un estudio realizado por un equipo de académicos en el sugería a las distintas agencias espaciales a adoptar una nueva disciplina de estudio para profundizar el conocimiento y en un futuro, construir asentamientos humanos allí.
«Sexología espacial: el estudio científico de la intimidad y la sexualidad extraterrestres», que en otras palabras se resumiría a tener relaciones sexuales en el espacio.
«La ciencia espacial puede llevarnos al espacio exterior. Pero serán las relaciones humanas las que determinen si prosperamos como una civilización espacial», señalaron los autores del estudio que puedes consultar aquí.
Si los planes de la humanidad son los de empezar a crear los primeros asentamientos fuera de nuestro planeta en 2050, entonces es necesario tener el conocimiento para administrar las relaciones sexuales y la reproducción en la primera avanzada.
Ya son conocidos los beneficios de una vida sexual activa, no solo para la salud física, sino también para la mental. Además, las misiones espaciales largas pueden requerir que los astronautas quieran o necesitan mantener relaciones sexuales.
El mayor desafío para estas aspiraciones son los entornos de baja gravedad, que tiene efectos importantes en el cuerpo humano, desde el flujo sanguíneo, vital para las erecciones en los hombres, hasta la fuerza muscular y esquelética que es necesaria para ejecutar el acto sexual.
Es por ello que desde el inicio de la carrera espacial, en plena guerra fría, tanto estadounidenses como soviéticos, tenían como prioridad mantener con vida a los astronautas y no prestar atención a temas accesorios, como el sexo.
Sin embargo, en un reportaje al sitio web Mic, un representante de la NASA explicó que ya han estudiado la ciencia básica de la fisiología reproductiva en varias especies y también han completado estudios de investigación utilizando esperma de toro y humano.
Aunque una revisión a estos estudios publicada en 2018, detalló que los experimentos son «escasos, a menudo contradictorios, y no brindan suficiente información para decir definitivamente si los procesos fisiológicos pueden o no ocurrir en un entorno espacial».
De acuerdo a esta revisión las pruebas en animales no se pueden aplicar a humanos, al menos en este caso.
Lo cierto es que las agencias espaciales deciden omitir adrede estos cuestionamientos ante la amenaza creciente del llamado turismo espacial o de los posibles asentamientos.
En 1992 dos astronautas de la NASA que se entrenaban para iniciar una misión al espacio, se enamoraron en secreto y se casaron antes de embarcar la misión. Se lo contaron a sus superiores cuando ya era tarde para alterar la misión.
¿Qué hicieron en el espacio? ¿tuvieron relaciones sexuales? Es probable que nunca lo sepamos.