La peste negra -que mató a la mitad de la población de Europa en el siglo XIV y cambió el curso de la historia- sigue afectando al sistema inmunológico humano.
Una nueva investigación publicada en la revista Nature sugiere que los sobrevivientes de lo que sigue siendo el mayor evento de mortalidad jamás registrado, aún tienen en sus genes algo de lo que mató a sus antepasados.
“No sabemos si todavía protege contra la peste dado que el número de casos en las poblaciones actuales es muy bajo, pero especulamos que debería”, aseguró el coautor del estudio, Luis Barreiro, profesor de medicina genética en la Universidad de Chicago.
“Somos los descendientes de aquellos que sobrevivieron a pandemias pasadas y comprender los mecanismos evolutivos que contribuyeron a nuestra supervivencia, no solo es importante desde un punto de vista científico, sino también puede informar sobre los mecanismos y determinantes genéticos de la susceptibilidad actual a las enfermedades”, enfatizó.
El estudio de siete años involucró la extracción de ADN aislado de tres grupos diferentes de restos óseos desenterrados en Londres y Dinamarca: víctimas de la peste, aquellos que murieron antes de la peste negra y aquellos que murieron entre 10 y 100 años después que la peste golpeó.
La desventaja de la variante es que se ha relacionado con una mayor susceptibilidad a los trastornos autoinmunitarios, como la enfermedad de Crohn, en la que el sistema inmunitario se vuelve hiperactivo.
“Esto sugiere que las poblaciones que sobrevivieron a la peste negra pagaron un precio, que es tener un sistema inmunológico que aumenta nuestra susceptibilidad a reaccionar contra nosotros mismos”, dijo Barreiro.
También es probable que la variante sea beneficiosa contra otros patógenos, aunque esto no fue parte de la investigación.