Por increíble que parezca, un “simple” sándwich y un “simple” helado pueden llegar a ser platos de lujo si son preparados con ingredientes exóticos y el ingenio de chefs innovadores.
En Nueva York, por ejemplo, se encuentra el Serendipity 3, un restaurante ubicado en el 225 de la calle 60, que cuenta con una de las cartas más exquisitas del mundo y funciona bajo la regencia del chef Joe Calderón.
Allí, si se dispone de un generoso presupuesto puede ordenarse un sándwich de queso asado a la parrilla que llega a costar unos 214 dólares: el “Quintessential Grilled Cheese”.
Un platillo que parece sencillo pero tiene mucho de sofisticado.
El pan se elabora a base de Champagne Dom Perignon. El relleno es nada menos que mantequilla de trufas blancas, fundida con queso caciocavallo podolico que se obtiene de una rara y escasa especie de vacas de las que solo hay 25 mil ejemplares en todo el mundo.
La rareza consiste en que cada ejemplar de este animal, solo lacta un mes al año, dando como resultado uno de los quesos más exclusivos y apetecidos por los expertos. Su sabor, refieren los especialistas, se podría calificar como una mezcla entre los quesos parmesano y manchego.
Y como <la comida entra por los ojos>, el emplatado de este humilde sandwich requiere mención aparte. Se adorna con láminas de oro de 24 quilates y se sirve con una sopa de tomates hecha con langostas sudafricanas.
Si estás interesado en probar esta exquisitez, debes saber que hay que ordenarlo con 48 horas de anticipación, ya que los ingredientes principales son importados en avión y deben llegar poco antes de su preparación para garantizar la frescura.
Si queda algo de presupuesto y espacio para el postre, aquí va un buena opción: el Golden Opulence Sunday, un helado que también se sirve por pedido especial y tiene un precio de 1000 dólares.
Está elaborado con una mezcla de vainilla de Tahití infusionada con vainilla de Madagascar, cubierto con toques de oro comestible de 23 quilates, jarabe de Amedei Porcelana, que es uno de los chocolates más raros del mundo y para glaciar, unos delicados granos de cacao provenientes de Chuao, en la costa venezolana.
¿La presentación? Frutas exóticas confitadas provenientes de París, caviar dorado americano sin sal infusionado con fruto de la pasión, naranja y brandy francés armagnac.
Como tope, una flor de azúcar que también contiene oro y que toma 8 horas en hacerse, trufas de chocolate y cerezas de mazapán.
