Narciso era bello y lo sabía, su sola presencia era capaz de enamorar a todas las mujeres, pero él las rechazaba, porque ninguna era lo suficientemente buena. Una maldición que al parecer sólo exacerbó su personalidad y lo condenó a obsesionarse consigo mismo.
Su vanidad fue tal, que murió ahogado cuando intentaba besar su propio reflejo en el agua, un final trágico que inspiró a Sigmund Freud a nombrar una patología que se basa en la manipulación, está presente en el 1% de la población y tiene al menos 11 caras: el síndrome del narcisista.
Personalidad narcisista
Daniel se muestra inexpresivo cuando su pareja Erika, le cuenta un problema, casi indiferente. Pero cuando habla, exige que lo escuchen y considera una falta muy grande de respeto que no le presten atención cuando trata de exponer un punto o cuando plantea un problema que requiere solución.
Al principio era dulce y considerado, y ella se enamoró de esas características, que poco a poco fueron mutando en explosividad, mal carácter y una necesidad imperante de que se atendieran sus necesidades.
Aunque los nombres fueron cambiados y la historia es un poco más compleja, actitudes como las de Daniel están presentes en el 1% de la población. Se trata de un trastorno que puede destruir relaciones, al crear dependencia emocional insana.
Esther Blanco, psicóloga clínica, explicó en un artículo publicado en una web especializada, que “una persona con trastorno narcisista de la personalidad, se caracteriza por tener una visión desmesurada del yo, más que una confianza sólida en sí misma reflejan una preocupación excesiva por una supuesta excelencia. Activos y competitivos a la hora de buscar estatus, ya que su valía personal la miden en función del estatus que posean”.
Esto se refleja en impaciencia exagerada, temperamento volátil, problemas interpersonales, sensibilidad en el trato, descuido o desprecio por los demás, dificultad para el manejo del estrés y sentimientos secretos de inseguridad, vergüenza, vulnerabilidad y humillación.
Las 11 cabezas del monstruo
Un monstruo acuático y venenoso de nueve cabezas, es la representación que usa el doctor Bruce Stevens, para describir los tipos de personalidad narcisista que ha encontrado y que publicó en un artículo científico del año 2000, citado por la revista Hola.
Sin embargo, otras dos “cabezas” se han sumado a las clasificaciones, convirtiendo a este trastorno en uno de los más complejos de la salud mental, como detalla el portal especializado TherapyChat.
Se trata del dependiente, el amante especial, el poderoso, el cuerpo, el furioso, el mártir, el fantasioso, el salvador, el encubierto, el vulnerable y el superficial.
“El narcisista dependiente tiene la imperiosa necesidad de ser adulado y reconocido por los demás. Aprobación que jamás alcanza el nivel deseado por la inagotable demanda que ansía” explica Stevens, quien resalta además que tiene un carácter obsesivo, mezclado con un sentimiento de superioridad.
En el caso del amante especial “idealiza el amor y a la persona amada, a quien no ve como realmente es. El resultado suele ser la decepción”, los poderosos “quieren tener siempre el control de la situación, además de la razón”, mientras que el cuerpo “necesita gustar a todo el mundo y que todo el mundo reconozca su belleza para sentirse una persona valiosa”, como explica el portal especializado Psyciencia.
Subraya Stevens que el mártir es especialmente de cuidado, ya que no está plenamente consciente de lo que hace mal, y se considera “verdaderamente buena persona, entregada y sacrificada hacia los demás, por lo que siempre está recalcando y recordando son todos aquellos sacrificios que ha hecho o hace (…) busca dar pena y hacer sentir mal como un modo de atar a los demás y hacerles sentir en deuda y culpables”.
Por su parte, el fantasioso “se conforma con ser un semidios en su mundo imaginario en el que todos le rinden pleitesía. Suele ser una persona retraída o tímida con dificultad para relacionarse” detalla un artículo publicado en el portal público.es.
El mismo documento detalla que el salvador “considera que su visión del mundo es la única y verdadera” y tiene una solución para todo, y el vulnerable “maneja como nadie el chantaje emocional y el victimismo ya que, amparado en su presunta hipersensibilidad, puede llegar a hacer la vida imposible a su entorno debido a su insaciable necesidad de atención”.
Finalmente, el superficial “se centra, sobre todo, en su aspecto físico y en la imagen corporal. Siempre busca encajar en los diferentes cánones de belleza del momento y tiene la necesidad de recibir halagos de forma constante”.
Por la gran variedad de casos, resulta difícil reconocer a una persona con este problema, que suele ocultarse en situaciones más comunes y menos graves, instinto de superación y autoestima.
Sobreviviendo a un narcisista
Ya Erika no sigue con Daniel, pero contrario a lo que podría pensarse no fue ella la que decidió alejarse de su relación tóxica. La situación de manipulación escaló a tal punto, que se vio rogándole por espacio, y sintiéndose culpable por no cumplir las expectativas de su expareja.
“Es un asunto progresivo. Si te cuento detalles aislados de las cosas que hacía, probablemente pensarías que soy una tonta, pero no es de la noche a la mañana. El narcisista construye la manipulación y lo hace arte, va llenando el vaso con pequeñas gotas, no de golpe, y eso lo hace más difícil de detectar” cuenta la mujer que pidió reservar su nombre real.
Detalla que Daniel se enojaba con facilidad por cosas sin importancia, controlaba gastos de la casa y poco a poco le fue exigiendo más tiempo, alejándola lentamente de su trabajo, familia y amigos.
Sin embargo, los expertos señalan que es posible romper el círculo vicioso y salir adelante después de una experiencia con un narcisista.
Un artículo publicado en el sitio especializado psico.mx, señala que lo primero que hay que hacer es estudiar al agresor. “Cuando una persona es capaz de analizar y sistematizar el comportamiento narcisista de forma imparcial, aporta claridad de pensamiento y restaura el equilibrio emocional” enfatiza el ensayo.
Además resalta que es posible que la persona, cuyo caso no sea tan grave, pueda cambiar su actitud, si su entorno lo apoya y le recuerda que tiene un problema y le invita a recibir ayuda especializada.
Explica psico.mx que es fundamental detectar el ciclo del abuso: “es único y tiene cuatro fases: sentirse amenazado, abusar de los demás, convertirse en la víctima y sentirse fuerte. El aprendizaje de las características de identificación de cada etapa permite a una persona detener el ciclo”.
Pero lo más importante, insisten los especialistas, es que la persona que convive con un o una narcisista debe reforzar su autoestima para poder detectar las tácticas de abuso, establecer límites y salir a tiempo de ser necesario.
Sin embargo, la clave está en buscar la ayuda de profesionales que puedan guiar en un proceso que puede ser complejo, doloroso, y sobre todo traumático, tanto para el narcisista, como para su entorno.