El comercio de pieles de burro, impulsado por la demanda de ejiao en China, ha desencadenado una crisis en África y otras partes del mundo. La creciente demanda de este ingrediente tradicional ha llevado a sacrificios masivos de estos animales, lo que ha dejado a comunidades enteras sin su medio de transporte y sustento.
Las implicaciones económicas y sociales
El comercio de pieles de burro plantea preguntas cruciales sobre el valor económico y social de estos animales en las comunidades rurales. Son más que simples bestias de carga; son compañeros de trabajo y fuentes de sustento para muchas familias. La pérdida de burros afecta desproporcionadamente a los más vulnerables, como mujeres y niñas.
«En un nuevo informe, la organización Donkey Sanctuary -la cual lleva haciendo campaña contra este comercio desde 2017- estima que en todo el mundo se sacrifican al menos 5,9 millones de burros cada año para abastecerlo. Y la organización benéfica dice que la demanda está creciendo» reportó la BBC.
Frente a las diferentes regulaciones que cambian de país en país en el continente africano, la organización protectora de la especie denunció «que ha descubierto animales siendo trasladados a través de fronteras internacionales para llegar a lugares donde el comercio es legal».
«Entre 2016 y 2019, estimamos que se sacrificó aproximadamente a la mitad de los burros de Kenia», dijo a la BBC Solomon Onyango, residente de Nairobi y colaborador de de Donkey Sanctuary.
«Los productores de ejiao solían utilizar pieles de burros procedentes de China. Pero, según el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de ese país, el número de burros se desplomó de 11 millones en 1990 a poco menos de 2 millones en 2021. Al mismo tiempo, el ejiao pasó de ser un lujo de nicho a convertirse en un producto popular y ampliamente utilizado» escribió el medio británico, en un llamado de conciencia ante la situación.
El camino hacia un futuro sostenible implica no solo prohibiciones y regulaciones, sino también la búsqueda de alternativas viables al ejiao, insisten las organizaciones. La agricultura celular emerge como una opción prometedora, ofreciendo una solución ética y sostenible que protege a los burros y satisface las necesidades del mercado.
El comercio de pieles de burro amenaza la estabilidad y el bienestar de comunidades enteras, además de todas las implicaciones ecológicas de la matanza indiscriminada de burros en todo el mundo.
Expertos insisten en que p0roteger a estos animales es esencial para salvaguardar medios de vida y preservar un equilibrio ecológico, pero esto solo se logrará mediante acciones coordinadas y compromiso global.