En Irán, meses después de la muerte de Mahsa Amini, la batalla entre las autoridades y una parte de la sociedad se centra ahora en la cuestión del velo obligatorio. El lunes, los ministerios Educación y de Salud de la República Islámica anunciaron el cierre de sus centros educativos a las alumnas que no lleven el hiyab, al tiempo que se intensifican las medidas represivas contra los establecimientos privados, como cafeterías y restaurantes que acepten clientas con el pelo descubierto.
Se intensifica la batalla social en torno al uso del velo en Irán. A medida que aumenta el número de mujeres que se atreven a desafiar a la República Islámica y la obligación de llevar el velo -uno de los principios centrales del régimen de Teherán- este endurece aún más su tono, adoptando medidas coercitivas contra las mujeres y las jóvenes que se niegan a cumplir con esta obligación.
La última manifestación de estas medidas es el impedimento de estudiar a las mujeres.
El Ministerio de Educación iraní ha anunciado que se cerrarán las escuelas a las alumnas que no se cubran la cabeza. El anuncio se hizo el lunes, al reanudarse el curso escolar tras las vacaciones del Año Nuevo persa.
El Ministerio afirmó que «el velo y la castidad son una obligación» para las estudiantes, que deben acatar las leyes del país.
Poco después de estas declaraciones, el Ministerio de Sanidad dijo que las universidades bajo su supervisión ya no admitirán a alumnas que no lleven el hiyab.
Tras meses de protestas, las autoridades iraníes se centran en la reimposición del velo
La batalla en torno al velo ha profundizado en Irán durante las protestas nacionales que siguieron a la muerte, a mediados de septiembre, de Mahsa Amini, una mujer de 22 años detenida por llevar «mal ajustado» su velo.
Las universidades y los institutos fueron el principal foco de las protestas, en las que muchas estudiantes se quitaron el velo en señal de resistencia a su privación de libertad y de desobediencia civil. Cientos de personas fueron detenidas y al menos 525 civiles han muerto por la magnitud y el alcance sin precedentes de la protesta.
Durante meses, la República Islámica intentó reprimir las protestas, y ahora que ha conseguido recuperar el control, se está centrando en volver a imponer el velo, obligatorio en el país desde 1983.
Mientras la policía de la moral, encargada de vigilar la vestimenta de hombres y mujeres, ha desaparecido de las calles y plazas de Irán, en los últimos meses, las autoridades han cambiado sus estrategias en un intento de sofocar la revuelta de las mujeres.
Según muchos testimonios, las autoridades recurren ahora a medios torcidos, sobre todo enfrentando a la gente entre sí.
Por ejemplo, cada vez más hoteles, tiendas y restaurantes se han visto obligados a bajar las cortinas por haber recibido a clientas sin velo. A finales de febrero, se ordenó a las farmacias que obligaran a sus empleadas a cubrirse el pelo con un «maghnae», una especie de velo, aún más estricto que el velo.
Además, desde que cada vez más mujeres se atreven a salir a la calle con el pelo suelto, la intimidación ya no sólo procede de las autoridades. En la ciudad de Shandiz, en el noreste de Irán, un incidente ocurrido en una tienda, donde dos mujeres fueron agredidas por un hombre por no llevar el velo islámico.
La escena fue captada por las cámaras de vigilancia de la tienda y ampliamente compartida en las redes sociales. Las imágenes muestran cómo las mujeres esperaban su turno en la tienda cuando entró un hombre y les recriminó que no llevaran el hiyab cubriéndoles el pelo antes de arrojarles yogur a la cabeza.
Fuente: EFE