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¡Ni una palabra más!: guionistas de Hollywood, las cenicientas de una industria multimillonaria

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La huelga de guionistas en Hollywood promete millones de pérdidas (Foto: EFE)

“Jugaremos, muévete luz verde…” 

Al menos 142 millones de hogares reprodujeron en sus pantallas Los Juegos del Calamar, un drama surcoreano que con una inversión de unos 20 millones de dólares, generó una ganancia total de más de US$800 millones.

Premios, reconocimientos y muchos ceros sumó la producción que llenó las arcas de Netflix, pero no de su guionista y creador, Hwang Dong-Hyuk, quien se ríe irónicamente cuando le preguntan sobre su “fortuna”, después de ser la mente maestra tras el éxito.

“Netflix no me pagó bonificación alguna. Me pagó lo establecido en el contrato original” dijo el guionista de 50 años que batalló sin descanso para vender un proyecto en el que estuvo trabajando por demasiado tiempo, y que además realizó en un momento de austeridad extrema. El proceso de producción fue tan extenuante para Dong-Hyuk que perdió seis dientes por estrés, y no pudo renegociar su contrato por no ser muy conocido.

Más extremo fue el caso de Alex O’Keefe, un guionista de 28 años pluma principal del programa The Bear, quien acudió a una entrega de premios con una corbata comprada a crédito por tener saldo negativo en su cuenta, además de escribir el éxito de FX en un departamento helado de Brooklyn, “muy lejos de la imagen idílica que nos venden en Hollywood” dijo Alvaro Wasabi, director, guionista y creador de contenido.

Aunque no todos los casos son iguales, y algunos escritores han amasado fortunas con franquicias como Jurassic Park o Spiderman, el grueso del gremio sigue siendo mal pagado en una industria multimillonaria, que ahora está amenazada por el silencio de los escritores.

Más dinero, más estabilidad y regulaciones para las IA

Alrededor de 11.500 guionistas, agrupados en el sindicato Writers Guild of America (WGA), suman ya 10 días en paro, en lo que se le conoce como la primera huelga de su tipo en la era “streaming”. 

El último paro del gremio ocurrió en 2007, duró 100 días y generó más de 2.000 millones de dólares en pérdidas, cifra que podría quedarse corta en esta oportunidad, en especial si se extiende por meses, como ocurrió en otra jornada de reclamos en 1998, que concluyó después de cinco meses de litigios.

Durante la pasada protesta, solo se producían poco más de 200 series por año, este año este número se triplica, por lo que la caída podría ser mucho más colosal.

Lo que piden los guionistas se resume en tres aspectos fundamentales: mejores salarios, más estabilidad a través del pago de un porcentaje de ganancias cada vez que se retransmite algún producto (en la industria se le conoce  como “residuales”), y que se regule el uso de la Inteligencia Artificial (IA). Todo esto está contenido en la actualización del convenio colectivo de trabajo firmado con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (Amptp).

A pesar de las profundas consecuencias financieras y de agenda para los estudios, no parece haber un acuerdo cercano.

Disney ha dicho a través de la Chief Financial Officer, Christine McCarthy, que aún no han evaluado la situación, como manera de minimizar su impacto, mientras que el CEO de Warner Discovery, David Zaslav, quiso ser un poco más mediador con sus declaraciones, y aseguró que no están contentos con lo ocurrido: “Todo lo contrario. Para crear una gran narración necesitamos grandes escritores y que toda la industria trabaje en conjunto” declaró.

A pesar de su posición, Zaslav ha sido atacado durante el conflicto debido a su sueldo, que se eleva a 250 millones de dólares al año, la misma cantidad de dinero que piden cobrar 10.000 guionistas de manera colectiva, como denunció Adam Conover, actor, comediante y guionista del show Adam Ruins Everything de HBO Max.

Sobre la IA poco se ha hablado de manera oficial, sin embargo analistas insisten en que es un tema que los estudios esperan dejar por fuera de la mesa, por ahora, para poder aprovechar los beneficios que podría ofrecer una inteligencia artificial que trabaje, y muchos menos guionistas que se dediquen a “supervisar y pulir” los resultados.

Para los guionistas su trabajo está en una de las escalas más bajas de la industria, a pesar de la importancia que representa. 

Repeticiones, suspensiones y una larga cola de consecuencias

En las pantallas estadounidenses las consecuencias fueron inmediatas. Programas como Jimmy Kimmel Live y The Tonight Show Starring Jimmy Fallon están pasando repeticiones, mientras que Saturday Night Live se retiró temporalmente hasta que los guionistas rompan el silencio.

Pero expertos aseguran que los verdaderos efectos se verán a largo plazo. En el caso de la serie Stranger Things ya es un hecho que el estreno de su sexta temporada se va a retrasar al menos un año más (pasó de 2024 a 2025), mientras que Cobra Kai no podrá comenzar a grabarse en los tiempos estipulados.

Además, analistas insisten en que la calidad está muy en juego en esta acción de los guionistas, ya que, para evitar perder mucho dinero, los productores y estudios podrían comenzar proyectos sin tener guiones completos.

Se trataría de una movida extremadamente arriesgada, si se analizan casos anteriores como el de las películas Wolverine y Transformer: La venganza de los caídos, estrepitosos fracasos en taquilla, o el caso de la serie Héroes, cuya trama se desplomó en la segunda temporada, gracias a la protesta de 2007.

Se sabe que algunos productores como los de la serie House of Dragons, precuela de Games of Thrones, han decidido seguir grabando ya que cuentan con guiones, pero los expertos aseguran que el trabajo de los escritores no termina en la computadora, y no contar con especialistas en la producción y postproducción es altamente riesgoso.

Hasta el momento no parece haber un acuerdo, y a la protesta se han sumado directores y actores en apoyo a los escritores, quienes están decididos a llegar hasta las últimas consecuencias, en un conflicto complejo que no solo retrasa el regreso de programas de culto, sino que enciende a toda velocidad el contador de pérdidas en una de las industrias más lucrativas del mundo.

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