El pasado martes en Nueva York se vivió una de las noches más festivas del país, la celebración del 4 de julio para conmemorar la Independencia en Estados Unidos (EEUU). Durante el festejó la cantidad de fuegos artificiales lanzados contaminó por completo la ciudad.
Los cielos de la Gran Manzana quedaron completamente tapados por el humo tanto como lo habían hecho semanas atrás los incendios de Canadá.
Tras las festividades un grupo de estudiantes de la Universidad de Nueva York (NYU, en inglés) recogió 3.300 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico de aire, cuando ya a partir de 500 microgramos se considera superado el nivel de «extremadamente peligroso».
Así como ellos varios voluntarios de la NYU salieron a medir el aire en torno a la medianoche y se concentraron en las zonas donde se estaban disparando los fuegos artificiales.
Para el miércoles el índice de calidad del aire medido por este equipo estaba en el nivel 434, cuando a partir de 301 el nivel se considera de riesgo y suele motivar llamadas a la ciudadanía para quedarse dentro de sus casas por parte de los servicios médicos.
Un profesor de la NYU citado por Gothamist.com señaló que un factor de peso en la nocividad de los fuegos artificiales es el uso de colores, pues se necesita una gran concentración de metales para lograr los verdes, rojos y azules en las luces de los cohetes.