El Papa Francisco aterrizó en el aeropuerto Ndjili de Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo, para una visita de seis días que incluye a Sudán del Sur y busca devolver el foco de la comunidad internacional a los conflictos que vive esta parte del planeta.
Es el quinto viaje del Papa a África pero el primero de un pontífice a la República Democrática del Congo en 37 años.
El viaje estaba planeado para mediados de 2022 pero tuvo que ser demorado por la salud del pontífice y los ataques en la región hicieron que se cancelara la primera escala, que estaba prevista en Goma.
La zona es de particular interés económico debido a las minas de coltán, un mineral compuesto.
En este momento, en la República Democrática del Congo (RDC) hay un recrudecimiento de la violencia. Sólo en la frontera con Ruanda hay más de cien grupos armados.
Se estima que unos 45 millones de personas -la mitad de la población de RDC- es católica, y la Iglesia goza de una importante influencia.
Otro de los objetivos de este viaje, el quinto de Francisco al continente africano, es devolver la atención de la comunidad internacional a los conflictos que viven estas dos naciones, asoladas por la pobreza y que han quedado en el olvido porque la atención se ha fijado en la guerra en Ucrania.
Francisco ha denunciado que en la región persiste una «mentalidad colonialista» que hace considerar a África una zona para ser explotada. Dijo que el continente está en crisis y sufre la invasión de los explotadores por lo que se necesita escuchar su cultura: dialogar, aprender, hablar, promover.
La visita también analizará el futuro de la Iglesia católica en esta región, una de las pocas del mundo donde el número de fieles crece.
