El sentido del olfato enriquece la experiencia del ser humano ante el mundo, ya que es a través de los diferentes aromas que se pueden lograr cambios en el estado de ánimo, transportarlo a un recuerdo distante e incluso ayudarlo a crear lazos con sus seres queridos.
La posibilidad de oler también juega un papel clave en la salud. Si la capacidad olfativa se reduce, se podría afectar el bienestar físico y hasta la propia seguridad en la vida cotidiana.
El Dr. Gary Beauchamp, investigador del gusto y el olfato del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, estima que la cantidad de olores que puede detectar una persona va de entre 10 mil y 100 mil millones, o incluso más.
En la actualidad, y luego de la situación por pandemia del Covid-19, muchas personas que padecieron la enfermedad, quedaron sin olfato. Una característica que incluso se convirtió en síntoma. Pero más allá de esto existen personas que sin padecer Covid-19, están perdiendo poco a poco este sentido.
La pérdida del olfato se conoce como anosmia y puede tener un efecto sustancial en el bienestar general de las personas. Cuando la pérdida de este sentido se produce por una infección respiratoria suele ser temporal, pero hay otro factor que erosiona el sentido del olfato gradualmente: la contaminación en el aire.
Especialistas aseguran que la exposición al aire contaminado puede duplicar el riesgo de pérdida de olfato debido a que las fibras nerviosas sensoriales asociadas a este sentido se localizan en la vía por donde se inhalan las partículas tóxicas PM2,5.
Por su parte, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, define el término PM2,5 como una mezcla de partículas sólidas y gotas líquidas presentes en el aire y según la zona donde se encuentren pueden estar compuestas de muchos materiales, incluídos polvo, suciedad, hollín, humo, componentes orgánicos y metales.
Asimismo, su presencia se ha asociado a enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón, deterioro en la capacidad cognitiva, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, y hasta muerte prematura.
Según reseña la revista de salud Websalud, la exposición a la contaminación atmosférica por estas partículas aumenta casi el doble el riesgo de perder el olfato y creen que esto puede deberse a la localización del nervio olfativo que se sitúa directamente en la vía por la que son inhaladas las partículas PM2,5.
El uso del tapabocas constantemente podría evitar sufrir de anosmia, por lo que los especialistas recomiendan no dejar de usarlo en los próximos años.