El periodista de 32 años Guillermo Barraza, a través de Amanda, su personaje drag, se convirtió en la primera drag queen en conducir un programa de noticias en la historia de la televisión mexicana. Dos años después de este logro, su visibilidad empieza a ser incómoda para los grupos de poder -legales e ilegales- que son señalados en sus programas.
Desde el principio, Barraza buscó romper con lo establecido en un lugar donde tanto las personas LGBTQ+ como los periodistas son brutalmente asesinados. De hecho, su figura se conoció mundialmente tras la muerte violenta de uno de los invitados a su programa, una de las figuras queer más destacadas del país quien después fue encontrado sin vida junto a su pareja con decenas de cortes presuntamente de cuchillas de afeitar en todo el cuerpo.
“Al tener un alter ego tienes menos problemas porque no pueden acosar a un personaje. Tienes más libertad para hablar”, explicó Barraza muchas cosas que Guillermo no haría o diría y que Amanda no se lo piensa dos veces”.
«Mientras lo dice, su maquilladora le ayuda a ponerse una peluca de rizos rubios mientras Barraza se desliza en un blazer morado. Cada pieza es como una capa más de una armadura repleta de lentejuelas, hasta que lo único que queda de Barraza es una sonrisa juguetona bajo un pintalabios morado», explicó un artículo de la BBC sobre el activista.
Desde sus inicios, el programa “La Verdrag” tuvo como objetivo transformar radicalmente la manera en que se ve a la comunidad LGBTQ+ en la sociedad mexicana: el espacio va a contracorriente en un país machista y donde casi 4 de cada 5 personas se identifican como católicas.
En un primer momento, la avalancha de comentarios de odio que siguieron asustó a Barraza, quien ya había recibido dos amenazas de muerte cuando trabajaba como periodista en el norte de México. Pero pronto, los empujaron a él y al canal a abrir un espacio donde abordar temas LGBTQ+ de una manera más formal.
Explicó que en los canales de noticias, las únicas veces que se hablaba de diversidad sexual era tras un crimen de odio o un asesinato brutal. En la escuela, la gente hacía lo imposible para no parecer gay. Con una familia a la que todavía le cuesta aceptar su expresión pública de género, Barraza dijo que solo se convirtió en sí mismo cuando se involucró en un grupo teatral, donde nació su personaje de Amanda.
En otros países, con el auge de programas como “RuPaul’s Drag Race”, el drag se ha mezclado gradualmente con la cultura popular. Pero el drag se emplea desde hace mucho tiempo como herramienta de resistencia, especialmente cuando la comunidad LGBTQ+ está “bajo ataque”, explicó Michael Moncrieff, un investigador de la Universidad de Ginebra que ha estudiado la historia de las drag queens.
Los primeros ejemplos se remontan a las “molly houses” de la Inglaterra del siglo XVIII, lugares de reunión secretos donde la gente se vestía con ropa del sexo opuesto y que con frecuencia eran allanados por las autoridades porque la homosexualidad todavía era un delito capital. En Estados Unidos, el drag se convertiría más tarde en una parte integral del llamado Renacimiento de Harlem, y las drag queens en los rostros de la resistencia en momentos clave como la era McCarthy.
En los últimos 15 años, la práctica se ha extendido por todo el mundo, desde Israel o Moscú a partes de África, reportó Moncrieff, y en Estados Unidos continúa utilizándose para combatir una ola de leyes y prohibiciones anti-LGBTQ+